Tengo una pregunta a la que cada vez me responden de una forma distinta:
Si yo dejo en testamento una propiedad a un tercero, un conviviente por ejemplo, (tengo padres y hermanos pero no tengo hijos), ¿Qué porcentaje de dicha propiedad me sería permitido testar, es decir, cuánto recibiría mi beneficiario y qué gastos sucesorios debería además afrontar ?
Me han dicho que si la mitad, que si la tercera parte, que si un quince por ciento,... vamos, un lío tremendo del que no me entero para nada.
2- En tu caso, y si tienes un patrimonio superior a medio millón, plantéate cambiar de residencia de forma que os podáis dejar todo el uno al otro sin limitaciones (se llama carta de hermandad) y no pagar prácticamente nada.
Gracias por vuestras respuestas, sobre todo las primeras pistas de herencias@tob, aunque dudo de que puedan ser prácticas.
La primera, por ejemplo, sería imposible pues los domingos y festivos cierran las notarías. En cuanto a la segunda..., imagínate si tuviera que cambiar mi residencia cada día laborable.
En el año 1983,concretamente el 7 de octubre hice un testamento ante el notario Dn.Gonzalo Franco Vazquez de Segovia ( ésta notaría ya no debe de existir..!!),legando la mitad de mis bienes a mi esposa, la otra mitad a partes iguales a mis dos hijos. Mi pregunta es si topdavia vale este testamento ?? parece que ha cambiado la ley entretanto ???. Gracias por su respuesta.
Hola Herencias@tob y gracias también a los demás participantes.
Ante todo celebro también tu buen sentido del humor, pues era simplemente éso, una broma.
Sin duda es siempre preferible hacer testamento que recurrir a cualquier fórmula. Así como intentar hacerlo de la forma menos costosa posible.
Pero en realidad no quiero ni pienso hacer ningún testamento por ahora. Lo único que pretendo saber, y por razones que sería muy largo de explicar, cuánto supone la legítima en las circunstancias que ya había explicado anteriormente. Y sin ninguna pretensión de rebuscar formas de abaratar lls costes implicados pues no sería ese el caso sino, paradójicamente, todo lo contrario.