CRONOLOGÍA
Miércoles. Una mujer de 40 años seda presuntamente a sus hijos, de 11 y 9 años, durante la cena, les acuesta y después les asfixia. Ella misma, al parecer, intenta después quitarse la vida en el domicilio del 12 B del número 7 de la calle Adolfo Miaja de la Muela, en Parquesol, donde residía sola junto a sus niños desde el divorcio den su marido.
Jueves. La mujer avisa a un amigo de que sus hijos habían muerto a las 19.30 horas. La Policía confirma la tragedia y detiene a la mujer, ingresada desde entonces en la planta de Psiquiatría.
Viernes. La autopsia confirma la secuencia de los hechos y aclara que la muerte por asfixia se produjo la noche anterior.
Sábado. La capilla del tanatorio El Salvador, en el camino del Cementerio, acogerá a partir de las 16.30 horas la misa funeral.
Al menos no sufrieron. La autopsia realizada a los cuerpos de los niños de 11 y 9 años hallados el jueves por la tarde en su domicilio de la calle Adolfo Miaja de la Muela, en Parquesol, desveló ayer los peores presagios y vino a confirmar las primeras hipótesis policiales. Su madre, según todos los indicios, les sedó con algún tipo de somnífero la noche anterior, luego los acostó y después les asfixió mientras dormían. Acto seguido pudo intentar suicidarse y 24 horas después dio el aviso a un amigo.
Los resultados del informe preliminar de autopsia no dejan lugar a dudas y apuntan a un doble homicidio: los pequeños María y Jairo fallecieron por asfixia el miércoles por la noche. Los forenses, además, encontraron restos de algún tipo de somnífero, presumiblemente Orfidal o algún medicamento similar, en los cuerpos de las víctimas, confirmaron ayer fuentes judiciales y policiales.
La terrible secuencia de los hechos comenzó a última hora de la tarde del miércoles, es decir, al finalizar el largo puente de la Constitución con sus cinco días festivos. La reconstrucción de los hechos que manejan los investigadores, apoyados ahora con las conclusiones
Al menos no sufrieron. La autopsia realizada a los cuerpos de los niños de 11 y 9 años hallados el jueves por la tarde en su domicilio de la calle Adolfo Miaja de la Muela, en Parquesol, desveló ayer los peores presagios y vino a confirmar las primeras hipótesis policiales. Su madre, según todos los indicios, les sedó con algún tipo de somnífero la noche anterior, luego los acostó y después les asfixió mientras dormían. Acto seguido pudo intentar suicidarse y 24 horas después dio el aviso a un amigo.
Los resultados del informe preliminar de autopsia no dejan lugar a dudas y apuntan a un doble homicidio: los pequeños María y Jairo fallecieron por asfixia el miércoles por la noche. Los forenses, además, encontraron restos de algún tipo de somnífero, presumiblemente Orfidal o algún medicamento similar, en los cuerpos de las víctimas, confirmaron ayer fuentes judiciales y policiales.
La terrible secuencia de los hechos comenzó a última hora de la tarde del miércoles, es decir, al finalizar el largo puente de la Constitución con sus cinco días festivos. La reconstrucción de los hechos que manejan los investigadores, apoyados ahora con las conclusiones forenses, apuntan a que la mujer introdujo las pastillas en la comida o la bebida de sus hijos durante la cena. Acto seguido acostó a los niños, una vez sedados, en el mismo dormitorio. Y allí mismo, en la cama, fueron asfixiados, al parecer con una toalla. Solo la madre vivía en el domicilio desde su separación y ella es la única sospechosa de la comisión del crimen.
La madre pudo intentar suicidarse después, quizás también con somníferos, y esa es la causa que barajan los investigadores de que casi un día después recuperara parte de la consciencia y decidiera entonces -a las 19.30 horas del jueves- alertar a un amigo que vivía unas plantas más abajo en el número 7 de los bloques de San Cristóbal -ella residía en la duodécima planta- de que sus hijos habían fallecido. «Mis hijos están muertos», fue literalmente lo que le explicó antes de que el testigo llamara de inmediato al 091.
La posible actuación de la madre antes del aviso es, por ahora, solo una hipótesis más que probable, habida cuenta de que la protagonista continuaba ayer ingresada en la planta de Psiquiatría del Clínico en un estado psicológico que impidió a los agentes tomarle declaración. Lo que sí confirmaron las fuentes policiales consultadas fue que a su llegada a la vivienda del 12 B se encontraron con la inquilina en un estado «literalmente catatónica». Ella misma les explicó que sus hijos habían muerto y solo deslizó algún pequeño matiz sobre la autoría, sin que llegara a confesar el infanticidio.
Lo cierto es que los hijos de María S. C., de 40 años, no acudieron el jueves por la mañana a su cita con el colegio en el centro de Las Agustinas de la calle Puente Colgante. Un hecho extraño, dado que la propia directora confirmó ayer que su madre, o su padre, siempre les llevaba a clase. Nunca detectaron signos de que algo fuera mal en casa.
Funeral hoy a las 16.30 horas
Los resultados de la autopsia confirmaron ayer que el doble crimen ya estaba consumado. El examen forense se prolongó hasta pasado el mediodía y no fue hasta las 16.30 horas cuando el furgón de la funeraria La Castellana trasladó los cuerpos hasta el tanatorio El Salvador, donde quedó instalada la capilla ardiente. La capilla de las mismas instalaciones del camino del Cementerio acogerán hoy a partir de las 16.30 horas el funeral, antes del sepelio en el cementerio privado El Salvador, situado en Santovenia. La familia pidió que los oficios se celebraran en la estricta intimidad.
Los ecos del doble crimen coleaban ayer no solo en la comunidad sino también en un barrio, Parquesol, y en una ciudad conmocionados por unos hechos que el propio alcalde, Francisco Javier León de la Riva, calificó de «inhumanos». «No cabe en cabeza humana», coincidieron en señalar tanto el regidor como cualquier ciudadano al que ayer se le preguntara sobre el caso.
Uno de las personas que conocían a los niños, el portero de la parcela de Adolfo Miaja de la Muela, Pedro, recordaba por la mañana cómo les vio crecer «desde pequeñitos» antes de destacar que era «muy majos». Pero también su madre lo era. ¿Qué le pudo pasar? Sus vecinos, el propio trabajador y los allegados consultados reiteran que María S. C. nunca superó su divorcio. El matrimonio, al parecer, llevaba años separado hasta que hace dos firmó el divorcio definitivo. La mujer, desde entonces, atravesó algún episodio depresivo y mostraba signos físicos, como su delgadez, de que atravesaba un mal momento.
Los hijos, eso sí, «siempre iban bien aseados y parecía que su madre les atendía y protegía mucho», explicaron las fuentes consultadas.
María S. C. era oriunda de la localidad zamorana de Toro y residía en los bloques de Parquesol desde hacía más de diez años. Ella no trabajaba y su ex marido es profesor de Educación Física. No había denuncias por malos tratos y el padre pagaba la pensión con normalidad. «Nadie sabe que le ha pasado por la cabeza», concluyen sus vecinos.