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Hace un par de años el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid recibió 140 quejas relacionadas con el maltrato que sufren los hijos en divorcios y separaciones sin acuerdo. La última memoria redactada habla de 184 casos, el 14% del total y hay que tener en cuenta que esta institución no interviene en procedimientos que ya estén judicializados. José Antonio Luengo, secretario general del Defensor del Menor y psicólogo clínico opina que la situación es "preocupante" y que es urgente que se entienda que esto "es un problema que afecta profundamente a los hijos", por encima de las discrepancias que mantengan los padres. Se necesita, dice, una mediación previa y continua.
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Tanto en el ámbito educativo como en el judicial, el síndrome empieza a tomarse en cuenta. Pero es mucho lo que puede impedir el progenitor que mantiene la guarda y custodia y poco lo que pueden hacer los padres y madres apartados aunque tengan una sentencia judicial a su favor para que, al menos, se cumpla un régimen de visitas. ¿Cuántas veces hay que denunciar a la policía que los niños no han venido, que el turno de visitas no se ha cumplido otra vez? Hasta que se tira la toalla.
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En la enésima bronca etílica la madre la echó de casa y la policía llevó a la niña al domicilio del padre, pero no estaba. El hombre se enteró por los periódicos de que su hija había ingresado en un centro, pero daba igual, tampoco quería vivir con él. En aquella película le tocó el papel de malo.
La madre murió hace tres años: "Trombosis coronaria: antidepresivos, ansiolíticos, alcohol". Y a los 18, V. A. C., que ha contado con asistencia psicológica todos estos años, recuperó el contacto con su padre, con el que ahora mantiene una relación "muy especial. Él siempre ha estado ahí y es lo que más quiero en esta vida".
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El psicólogo Aguilar Cuenca conoce un caso de suicidio, el de un chaval que no soportó la presión. Se saltó las directrices inculcadas en su cerebro y reanudó la relación con el progenitor apartado de forma clandestina. Cuando el otro se enteró, el chaval no lo soportó. Se suicidó.
"Yo también lo intenté", afirma V. A. C. En apenas unos meses su madre cambió sus recuerdos de niña feliz, cuando iba al baloncesto con su padre, a jugar al hockey, las excursiones en el campo, por un odio visceral. "Mi madre era alcohólica, y me pegaba, pero yo la veía llorando, tirada en la cama, diciendo que el cabrón nos había abandonado, que todo lo que le pasaba era por su culpa, que nos había dejado en la ruina... Es muy fácil dominar a un crío, son tus padres, tu modelo, tu referente. Y te alías con el que ves más débil. Ella mandó a una persona que llamara a casa cada día haciéndose pasar por mi padre y nos amenazara". Voy a matar a tu madre, decía la voz por teléfono y V. A. C. sentía que debía protegerla, luchar, sacarla del alcohol. Tenía 11 años.
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La única salida que le queda a los padres y madres afectados es esperar a que el hijo cumpla la mayoría de edad y decida voluntariamente relacionarse con aquél al que han odiado. "Tenemos grupos de esta edad que vienen por voluntad y se ayudan mucho entre ellos contándose la experiencia propia. Hay que tener en cuenta que estos chicos muestran una gran debilidad de personalidad", añade Sacristán.
Efectivamente, los efectos del síndrome en estos críos perduran con la edad. Lo que ocurre a largo plazo puede contarlo V. A. C, una muchacha de 23 años, de Valladolid, que ha salido del infierno pero conserva dolorosas secuelas. "Yo soy muy tímida para ligar, he tenido novio durante tres años, nos separamos hace 12 meses y yo a veces me veía tomar la misma actitud que mi madre, no soportaba que la relación se acabara. Yo la vi ir detrás de él [de su marido], pegarle, mandar que lo mataran, lo he visto", dice con voz temblorosa.
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La presidenta de la Federación Nacional de Puntos de Encuentro, Marisa Sacristán, reconoce el incumplimiento en algunos casos de las sentencias, aunque advierte que hay ocasiones en las que el progenitor que alienaba ha ido a prisión o se ha cambiado la guarda y custodia en favor del otro. Con datos de Castilla y León afirma que un 20% de las visitas no se llevan a término por diversas circunstancias, y que, en los casos de alienación parental o falta de voluntad manifiesta por parte del que vive con los niños podría ocurrir en un 5%. "Para intervenir con eficacia en el comportamiento de estos niños hay que hacerlo cuanto antes, con más agilidad, porque cuando ya son mayores y han sufrido alienación mucho tiempo no es bueno que se les obligue a estar con quien no quieren. Entonces es más recomendable trabajar con los adultos, convencerles de que es necesario que los niños se relacionen con ambos", dice. Pero cree que la sobresaturación en los juzgados impide la agilidad que se requiere en estos casos.
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En algunas de las sentencias que ya acumula José Antonio B. puede leerse la triste reflexión de la juez ante lo que considera un caso claro de alienación parental: "Esta juzgadora no puede olvidar cómo la pequeña, de tan sólo tres años de edad, se refería a su padre como 'ese sinvergüenza", dice. A pesar de todo, considera que dada la edad de los mayores y el rechazo que han ido sedimentando hacia el padre, sería peor para ellos tener que vivir con él obligatoriamente. Y estableció un régimen más generoso para las visitas a la pequeña, que no se cumple. Han pasado tres años. La niña ya no le habla, presa como va de la mano de sus hermanos.
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Aguilar Cuenca ha conocido dermatitis por estrés en críos de tres años y crisis de pánico a los siete. "A medio plazo se produce una desautorización paterna", los niños eligen con cual de los dos les va mejor. Uno les da lo que quieran con tal de no perderlos, el otro pone el mundo a sus pies para ganarlos. A los 12 años el juez los escucha y los chicos deciden. Si han sufrido este maltrato ¿quién garantiza entonces que su cerebro es libre?
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Numerosos padres separados inoculan a sus hijos el rechazo al otro - Un fenómeno grave que escapa a la frialdad de la actuación judicial
CARMEN MORÁN 29/11/2007
Los hijos se convierten en un objeto de cristal cuando una pareja decide romper su relación. Cualquier desavenencia mal llevada puede dañarlos, pero en lugar de protegerlos, hay ocasiones en que uno de los progenitores los utiliza como arma arrojadiza contra el otro. Día a día, año tras año, les van programando para odiar al padre o a la madre. Los psicólogos conocen bien los resultados de este maltrato emocional que, en los casos más graves, puede acabar en suicidio. Un fenómeno que no siempre queda dibujado en la frialdad de una sentencia ni en los expedientes oficiales, pero ante el que existe cierta posibilidad de actuar.
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Jueces y educadores empiezan a prestar más atención al secuestro emocional
La solución es trabajar con los adultos, que acepten la figura del otro
Los expertos calculan que un 5% de las visitas a los hijos no se cumplen
Los casos más graves pueden terminar en el suicidio del menor
Los chicos suelen rechazar la comida del padre por si está envenenada
"Cumplió 12 años y el padre dijo que no vería más al niño. Así fue", dice Conchi
A la hora de siempre José Antonio B. llama al timbre de su antigua casa. Nadie responde, como cada sábado. Enciende un cigarrillo y espera bajo el frío de Benavente (Zamora). Vuelve a pulsar. Otro cigarrillo. En el bajo del edificio las clientas habituales van llegando a la peluquería, saludan a José Antonio, que se resguarda en el portal.
-Qué, ¿esperando para ver a los niños, no? Si es que quiere la señora, claro, ay qué ver, qué sinvergüenza la tía..., refunfuña una mujer de años subiendo lentamente las escaleras de la peluquería.
Como cada sábado.
A las 11 de la mañana, los mellizos, un niño y una niña de 14 años, saldrán por la puerta a toda prisa, llevando entre ellos, como si fuera esposada por la policía, a la hermana pequeña, de seis años. Ninguno dirá nada, ni una palabra, como si el padre no existiera. Ahí comienza la visita a sus hijos de un hombre separado. El paripé apenas va a durar cinco minutos.
Los tres muchachos están afectados por lo que la psicología internacional denominó a mediados de los ochenta Síndrome de Alienación Parental (SAP). Antes de esa fecha se conocía como inculcación maliciosa o secuestro emocional. Llámese como se llame siempre ha habido divorcios traumáticos que conducen a ese proceso en el que "uno de los progenitores manipula la conciencia de los hijos para que rechacen al otro progenitor y se enfrenten a él". Así lo define el psicólogo clínico José Manuel Aguilar Cuenca, que lleva años documentando casos como estos. Los conoce bien: "Son niños que presentan una extraña madurez que en realidad es una forma de protegerse ante la situación. Viven dos mundos estancos, 'lo que hago con papá y lo que hago con mamá". Hasta que llega un día en que las relaciones con uno de los dos sencillamente desaparecen. Son niños programados para odiar al padre o a la madre.
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Quienes practiquen eso , desde luego, no se pueden llamar madres ni padres.
Mi ex debe de estar en ese 5% porque les habla constantemente mal de mi a mis hijos.
Y sí, el efecto es muy negativo en los niños. Primero porque produce un efecto rebote hacia quien lo practica, consigue que los niños lo rechacen más aún y segundo, porque les hace mucho daño a los niños.
En contacto con el pediatra
Los hijos como armas arrojadizas
01:54
DRA. ISABEL RUBIO Hace unos días aparecía en prensa la noticia: "Un estudio matemático predice un 50% de aumento de los divorcio en cinco años".
"Un equipo de investigadores del Instituto Universitario de Matemática Multidisciplinar de la Universitat Politècnica de València ha realizado un estudio que predice un incremento del 50% en el número de divorcios en España en los próximos cinco años".
En la mayoría de las separaciones los conflictos son la norma. Los pediatras lo vemos a diario, sufren todos los miembros de la familia, es un proceso doloroso que se resolverá más o menos pronto en la medida que padre y madre sean capaces de poner la mirada en sus hijos y sacar lo mejor de sí mismos.
En el otro extremo está lo que se ha venido a llamar síndrome de alienación parental (SAP), un proceso que se caracteriza porque uno de los progenitores, habitualmente el que tiene la custodia, manipula a los hijos para que rechacen al otro; es al fin y al cabo una forma de maltrato al menor.
Fue el psiquiatra estadounidense Richard Gardner quién introdujo, en 1985, este término y según muchos informes se dá en un tercio de las separaciones contenciosas. Se denomina padre alienador el que quiere excluir (mejor denominarlo "padre aceptado") y padre alienado (mejor denominarlo "padre rechazado") el excluído del mundo afectivo del hijo. Evidentemente hay distintos grados: hablar mal del otro progenitor, hacerles partícipes a los hijos de la rabia que siente hacia el otro o de los conflictos de pareja que han llevado al divorcio, desvalorizarlo, culpabilizar de todo al padre excluído y a veces también al hijo... hasta llegar a una manipulación psicológica del hijo que puede incluir denuncias falsas al otro progenitor.
Hablamos de Síndrome de Alienación Parental cuando existe un maltrato psicológico del progenitor "aceptado" sobre el hijo y el progenitor "rechazado". Está claro que esta forma de maltrato al menor le causará graves problemas, caen en un conflicto de lealtades por el que pagan un precio muy alto.
Detrás de esta situación no hay, como en el caso del Síndrome de Münchausen por poderes (una forma de maltrato infantil en la que el padre o la madre induce en el niño síntomas reales o aparentes de una enfermedad), un problema mental del progenitor "aceptado" es la utilización de los hijos como modo de mitigar su rabia, para hacerle daño al otro al que siente culpable de la situación, por venganza. En la mayoría de los casos, suelen ser personas egocéntricas e inmaduras.
El SAP se detecta sobre todo en niños de 7-14 años de edad. En los más pequeños podemos observar inestabilidad emocional, inseguridad, sentimiento de abandono y al mismo tiempo gran dependencia del padre "aceptado", conductas más infantiles de las que les corresponden por su edad y estallidos de conductas violentas. En las edades de 7 a 11 años viven la lucha entre el rechazo y el recuerdo de momentos vividos agradables con el padre excluído; frente a esta dualidad pueden radicalizar el rechazo. Por encima de los 12 años puede haber otras fuentes de información que dificulten la manipulación del menor, no obstante también se detectan casos. Con el desarrollo del hijo, progresivamente, irá teniendo una visión más objetiva de las relaciones con el padre rechazado y si supera el temor a la respuesta que pueda tener éste, suele darse el acercamiento.
El problema no es el género, sino lo primaria e inmune a la lógica que sea la persona.
Nos dijeron que la maldad era masculina y estaba en la testosterona, en impulsos fisícos de violencia movidos por pulsiones primarias de controlar territorio y hembra.
Las pulsiones primarias malignas están también en la mujer, especialmente vinculadas a la posesión de los hijos, son suyos, lo contrario descuadra tanto que desencadena el maltrato de forma espontánea y natural, la lealtad incondicional del niño es una necesidad fisiológica a satisfacer, y como quien va de caza, todo el cuerpo y la mente se pone en marcha para obtenerla.
Los cerebros desarrollados pasan mejor por encima de estas cosas.
TESTIMONIO
«''Mamá dice que eres malo, pero eres bueno'', me dijo mi hija»
| Un gallego con tres hijos afectados
Autor:
B. Pallas
Fecha de publicación:
16/4/2008
Darío (nombre supuesto) vive un drama cada fin de semana cuando acude puntual a visitar a sus tres hijos, que residen con su madre. Ellos, dos adolescentes y una niña pequeña, hace tiempo que dejaron de hablarle, de mirarle o de mantener cualquier contacto con él. Salen del portal cogidos de la mano, llevando en el medio, protegida, a la menor. Las visitas paternas se reducen a un breve paseo por las calles durante el cual el padre es el único interlocutor. «Camino detrás, les recuerdo que yo los quiero igual y sin condiciones, que no se preocupen por mí; a la niña pequeña le hago bromas, les recuerdo cosas divertidas del pasado», dice Darío, un gallego que se divorció hace dos años. La sentencia considera acreditada la existencia de un síndrome de alienación parental en estos tres menores. «Los dos niños mayores venían al juicio con la lección aprendida y así lo hicieron repitiendo ambos casi con las mismas palabras que si no querían estar con su padre era porque este les abandona en la calle, les encierra en casa, les insulta y les pega...», escribe la jueza, para afirmar que ninguno de ellos fue capaz de explicar de forma coherente cómo y cuándo se cometían las agresiones.
Más revelador fue el testimonio de la preescolar refiriéndose al padre como «ese sinvergüenza». «Al principio ella me hablaba, y los mayores le reñían. ''Mamá dice que eres malo, pero tú eres bueno'', me dijo mi hija con 3 años», cuenta. Ahora tampoco ella le habla para evitar la reprimenda, solo le hace gestos de complicidad a escondidas.
El drama empezó cuando el matrimonio vivía bajo el mismo techo. «Un día la niña mayor fue obligada a retirar mi plato de comida de la mesa ?-recuerda-. Luego empezaron a evitar salir a la calle conmigo. Los iba a buscar al colegio y dejaron de subir al coche, dejaron de comer la comida que enviaban mis padres por si tenía algo malo...».
El padre asegura que su preocupación son los niños, únicas víctimas de esta situación: «Veo a mi hijo mayor muy triste y lo he visto sufrir, haciéndome gestos que manifestaban algo distinto a lo que me podía decir. Ellos buscan su supervivencia; tienen que volver a casa y no pueden desobedecer. No son libres».
Darío se refugió en escribir un diario en el que dejó constancia de la evolución de sus hijos cada fin de semana, un documento que pone a disposición de cualquier experto interesado. Desde hace un tiempo ha dejado de escribir, porque ya no tiene nada nuevo que contar. «Es siempre lo mismo, camino detrás de ellos y ellos siguen sin hablar».
http://www.lavozdegalicia.es/sociedad/2008/04/16/0003_6737497.htm
Catedrática de Psicoloxía Xurídica de Vigo «Lo más importante es ayudar a los menores»
entrevista francisca fariña
Fecha de publicación:
16/4/2008
Francisca Fariña asegura que definir y detectar el síndrome de alienación parental «no es una guerra de sexos», sino un intento por proteger a los niños.
-¿Qué aspectos definen este síndrome?
-El rechazo, incluso el odio, a un progenitor sin causa real, propiciado por otra persona, con independencia del género.
-Hay quienes niegan que tenga base científica y médica.
-Yo también considero que la alienación parental no es una cuestión médica ni clínica, aunque pueda tener implicaciones clínicas, sino que es un proceso complejo de carácter psicojurídico. En cuanto a la denominación de síndrome o no, considero que esto es lo menos relevante. En realidad, lo único importante es ayudar a los menores a los que se priva del derecho de mantener una relación positiva con ambos progenitores, que puede alcanzar la dimensión de un fuerte maltrato psicológico.
-¿Se debe evaluar solo a los niños o a todos los implicados?
-De ninguna manera se puede establecer la existencia de alienación parental sin evaluar a ambos progenitores y a los hijos. Incluso, en ocasiones, es preciso extender la evaluación a nuevas parejas y a otros familiares, entre los que destacan los abuelos. De esta forma, un psicólogo jurídico, cuando no evalúa a ambos progenitores y a los hijos, no dispone de datos suficientes para sostener la existencia de alienación parental; a lo sumo, solo estará en condiciones de concluir que hay indicios y, por tanto, recomendar al juez o tribunal una evaluación forense de esa familia.
-¿Aceptar su existencia puede servir de argumento a los maltratadores para solicitar la custodia?
-Yo diría que puede servir para que algún maltratador pueda justificar el rechazo de sus hijos, e incluso motivar alienación parental para solicitar la custodia. Sin embargo, nunca sería fructífero si los equipos técnicos de los juzgados tienen la formación necesaria para poder evaluar la violencia familiar, la violencia de género, el abuso sexual y la alienación parental.
padres separados
Cada año, 25.000 niños son inducidos por un progenitor a odiar al otro
Algunos colectivos alertan del uso de este mal en los juicios como argumento por parte de maltratadores
Los expertos afirman que existe un aumento de casos del llamado síndrome de alienación parental
Autor:
Beatriz Pallas
Fecha de publicación:
16/4/2008
Unos 25.000 niños son inducidos cada año en España por uno de sus progenitores a odiar al otro sin que exista para ello más motivo que el conflicto entre marido y mujer trasladado a los hijos. Cuando estos casos llegan al extremo, pueden desembocar en lo que los expertos han denominado síndrome de alienación parental, un tipo de maltrato psicológico que consiste en manipular la opinión del hijo sobre el otro padre para propiciar el rechazo.
Uno de los casos más dramáticos que se han documentado en España tiene por protagonista a un padre gallego, divorciado, y como víctimas a sus tres hijos, que han desarrollado un rechazo que les impide mantener con él contacto físico o verbal, entrar en su casa, comer su comida o compartir la misma mesa. «En la determinación de las razones por las que los niños llegan a esa drástica decisión se encuentra, sin duda, la obra de un adulto que no puede ser otro que su madre, a la que veneran», reza la sentencia de divorcio, en la que la juez hace hincapié en que los niños mienten para perjudicar a su padre.
«El síndrome de alienación parental es el caso más extremo, cuando la presión psicológica es tan severa que los niños prefieren alinearse con uno de sus progenitores y rechazar al otro por una cuestión de supervivencia», explica José Manuel Aguilar Cuenca, psicólogo y referencia sobre esta materia en España. «Estamos hablando de una situación impuesta sin causa justificable -añade-. No existe el síndrome si el progenitor rechazado es un maltratador, un borracho... si hay razones objetivas para ello».
Según este especialista, autor de libros como El síndrome de alienación parental y Con mamá y con papá , los hijos son manipulados en un tercio de las separaciones contenciosas, lo cual supone casi 18.000 de las ocurridas en España en el 2007 y afecta a más de 25.000 niños al año. Los casos, según él, van en aumento, especialmente desde la reforma de la ley del 2005, que ha hecho que muchos divorcios amistosos acaben en contenciosos.
Recientemente, jueces, abogados, psicólogos, médicos y educadores crearon la Asociación Española Multidisciplinar de Investigación sobre Interferencias Parentales, cuyo objetivo es mejorar la protección de los menores en los procesos de separación.
Pero existen también voces discrepantes y colectivos que se han posicionado en contra del reconocimiento de este síndrome y de su uso como prueba en los juicios. Uno de ellos es la Federación de Mujeres Progresistas. «Hay que tener cuidado con este mal llamado síndrome que no tiene base científica», explica su presidenta, Yolanda Besteiro, que alerta del peligro de que en los casos de violencia doméstica esto pueda servir como argumento a un maltratador para separar a los niños de la madre.
Aguilar Cuenca argumenta que, «aunque solo el 3% de las custodias son para los padres, el 20% de los afectados por el síndrome de alienación son madres que tienen la custodia. La mala leche no tiene sexo».
Carlos Gayoso, psicólogo de la Asociación Galega de Pais e Nais Separados, asegura que para evitar estas situaciones «lo importante sería que hubiera una mediación desde el principio y una custodia compartida».
http://www.lavozdegalicia.es/sociedad/2008/04/16/0003_6737494.htm
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Estas interferencias consisten en que uno de los padres, al que se denomina «alienante», se sirve de la custodia del hijo para realizarle un lavado de cerebro en toda regla, basado en el dogmatismo, poniéndole en contra del otro progenitor, el "alienado". En la mayoría de los casos, este proceso se produce de forma muy sutil, siendo frecuente que estos padres empleen frases del tipo "si yo te contara cosas de tu padre/madre…", o hagan sentir culpables al menor por "abandonarles" simplemente por cumplir el régimen de visitas.
Síntomas del SAP
Los investigadores de la Universidad de Granada señalan que hay otras circunstancias que influyen en el desarrollo del SAP en los niños: su vulnerabilidad psicológica, la conducta y la personalidad de ambos progenitores, las dinámicas fraternales o los conflictos entre ambos padres. Con frecuencia, suele ocurrir que el niño no sólo llegue a rechazar a su padre, sino también a toda la familia y al entorno de éste. Abuelos, tíos, primos y las nuevas parejas del alienado se ven también afectados por este síndrome, llegando a ser prácticamente "borrados del mapa" por el niño que padece el SAP.
Los científicos aseguran que algunos síntomas en los niños permitirían detectar esta interferencia de uno de los progenitores entre la relación de sus hijos y el otro progenitor: justifican continua y sistemáticamente la actitud del padre alienante, denigran al progenitor alienado, no presentan ambivalencia en los sentimientos negativos hacia dicho progenitor, afirman que nadie los ha influenciado y que han llegado solos a adoptar esta actitud, la ausencia de culpabilidad por la denigración del progenitor 'alienado' o contar hechos que manifiestamente no han vivido ellos mismos sino que han escuchado a otros
Este problema se da sobre todo en niños de entre nueve y 12 años, y no se han detectado diferencias significativas por sexos, señalan los investigadores.
Posibles soluciones
El Síndrome de Alienación Parental se produce con mucha mayor frecuencia en una situación concreta de divorcio: cuando éste es contencioso, es decir, no es de mutuo acuerdo. En casi el 25% de esos casos los niños son obligados a odiar, aunque sea injustificadamente o sin razón, a uno de sus progenitores por medio de manipulaciones. Al menos, según Cortés, "aunque los divorcios aumentan vertiginosamente en nuestro país, la cantidad de divorcios contenciosos ha disminuido en un 10% en los últimos años".
Cortés señala que, en su opinión y en la de los otros autores, "la solución al problema de las interferencias parentales radicaría en otorgar a los padres la custodia compartida en todas las situaciones, incluso cuando los padres no estén de acuerdo con esta medida". Según la autora, "de la revisión de estudios llevados a cabo al respecto de la situación de los niños tras el divorcio se concluye que la custodia compartida es la mejor solución y que los niños se adaptan bien a ella".
Una vez que el SAP ha sido detectado, Cortés recomienda la mediación social para el tratamiento del problema o que el juez proponga la asistencia del niño o afectado a terapia.
La disputa legal por la custodia afecta negativamente a los hijos
El 25% de los hijos de padres divorciados por lo contencioso padece el Síndrome de Alienación Parental
http://www.tendencias21.net/La-disputa-legal-por-la-custodia-afecta-negativamente-a-los-hijos_a2032.html
Los divorcios por lo contencioso afectan a uno de cada cuatro niños de una forma desmesurada por las interferencias de uno de los progenitores en la relación del otro progenitor con sus hijos, denuncia un grupo de especialistas de la Universidad de Granada. Los niños en esta situación sufren lo que se denomina Síndrome de Alienación Parental (SAP), entre cuyos síntomas se encuentra el rechazo a uno de sus progenitores (normalmente el que no tiene la custodia). Esta realidad social debe ser tratada debidamente una vez que se presenta, señalan los investigadores, que a su vez proponen la custodia compartida en todos los casos para evitar este tipo de problemas. Por Yaiza Martínez.
Uno de cada cuatro niños cuyos padres se encuentran en proceso de separación con conflictos por su custodia padece el Síndrome de Alienación Parental o SAP, un estado provocado por la manipulación de los hijos por parte de uno de los progenitores (normalmente el o la que tiene la custodia) en contra del otro progenitor y que provoca, en mayor o menor grado, el rechazo de los hijos hacia este último.
Esta realidad es la que refleja un libro titulado « Conflictos entre los padres, divorcio y desarrollo de los hijos;, escrito por los profesores María Rosario Cortés, María Dolores Justicia y José Cantón Díaz, del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada. La obra salió publicada originalmente en el año 2000, pero ha sufrido revisiones posteriores acordes con los continuos cambios sociales en lo referente al divorcio en España en los últimos años, por lo que en 2007 volvió a publicarse con nuevos datos.
La realidad de la interferencia
El SAP es un término cargado de cierta polémica. Con él se define el proceso destinado a romper el vínculo de los hijos con uno de sus progenitores y fue propuesto por primera vez en 1985 por el también controvertido psiquiatra de la Universidad de Colombia, Richard A. Gardner. Hoy día, la existencia de este síndrome está de hecho muy cuestionada por los profesionales: la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Asociación Americana de Psicología, las dos instituciones más importantes del mundo en términos de salud y trastornos mentales, no reconocen su existencia.
De cualquier forma, tal y como declaró Rosario Cortés a Tendencias21, más allá de las polémicas «lo que sin lugar a dudas sí existen son las interferencias parentales, las situaciones en que uno de los progenitores interfiere en la relación de su hijo o hija con el otro progenitor. Esto es una realidad».
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Comunicado de la Coordinadora de Psicología Jurídica del Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos de España
18/06/2008
Por parte de la Coordinadora de Psicología Jurídica del Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos de España, deseamos avalar la conveniencia del análisis de la problemática que se conoce como Síndrome de Alienación Parental en la evaluación psicológica, tanto dentro del ámbito forense del derecho de familia, como de otros relacionados. Los investigadores y los psicólogos muestran gran consenso al considerarlo como una alteración cognitiva, conductual y emocional, en la que el niño desprecia y critica a uno de sus progenitores. Esta conducta y actitud de rechazo y minusvaloración, es injustificada o responde a una clara exageración de supuestos defectos del progenitor rechazado. Para hablar de este síndrome, debe descartarse por completo la existencia de cualquier forma de maltrato o negligencia en los cuidados del niño, asegurándose de que las críticas no se refieran a conductas o actitudes reprochables por parte del familiar rechazado. Como todo avance científico y profesional, está sujeto a continua revisión, pero no puede ser negado "a priori", cuando existe literatura científica y actividad profesional que lo describe, y reconoce su utilidad.
Niños educados para odiar a un progenitor|Un tercio de los divorcios de Mallorca 'provoca' el Síndrome de Alienación Parental en los vástagos.
Gemma Marchena / 10.03.2008
"El Síndrome de Alienación Parental (SAP) es educar al niño para rechazar al padre o a la madre". Esta es la definición del psicólogo forense Jose Manuel Aguilar de un mal que "ha existido toda la vida pero que ahora se le ha dado nombre". El resultado de esta manipulación es el odio hacia uno de los progenitores, que en casos severos llega a rechazar la presencia del mismo.
Es el caso de Lucía, nombre ficticio para una víctima mallorquina del SAP, que no ha visto a su hijo más que en contadas ocasiones desde que cumpliera los 11 años: "Su padre consiguió la custodia después de manipularle. Se me dio un régimen de visitas que no se cumplió porque no me quería ver".
Lucía mantiene desde hace años una relación furtiva con su hijo. "Estas Navidades, su padre descubrió que había llamado a mi hijo. No he vuelto a hablar con él", afirma esta madre que pertenece a la Asociación balear de Defensa del Menor contra la Alienación Parental.
Según Aguilar, tanto padres como madres son víctimas del SAP, ya que "la mala leche no tiene sexo, como dijo un juez de familia".
El perfil del progenitor que aliena es "una persona que confunde el conflicto de pareja con la relación padre-hijo y le introduce en el problema con frase tipo tupadre no paga la pensión o tu madre nos dejó".
Jueces y periodistas
El padre que padece las consecuencias "es una persona dialogante, que intenta solucionar el problema". Su nivel es medio-alto y abundan entre periodistas, médicos, jueces e incluso diputados.
"Se está produciendo un cambio social. La paternidad es compartida y pelean por sus hijos", aclara el psicólogo, que añade que "los niños vienen con vivienda y pensión". Una circunstancia que dificulta aún más el divorcio.
LAS SECUELAS
De adultos repiten la manipulación sufrida
El Síndrome de Alienación Parental acompaña a los hijos-víctima toda la vida: "Con transtornos ansiosos y depresivos de mayores descubren la verdad. Se sienten engañados por el alienador y culpables por maltratar al otro". Muchos repiten el modelo en su propia descendencia.
DOS AÑOS EN JUICIO
Hijos que sufren el retraso judicial
El tiempo juega en contra de los hijos. Pese a que los informes psico-sociales alertan de casos de alienación en un tercio de las separaciones contenciosas los retrasos de los juzgados de Mallorca suponen que un divorcio pueda alargarse hasta dos años. "Con la huelga de funcionarios la espera será más larga" según Aguilar. Los padres alienadores aprovechan este valioso tiempo "para seguir mal metiendo y mientras tanto los hijos crecen". Cuando por fin se toman cartas en el asunto el reencuentro con el padre afectado es traumático.
LAS CIFRAS
20.000 niños al año
Es el número de víctimas que se suman a los efectos del Síndrome de Alienación Parental en toda España. Esta cifra supone un tercio de las separaciones contenciosas del país.
El 20% mujeres
El SAP no entiende de géneros. El 20 por ciento de las víctimas son las madres pese a que sólo el 5 por ciento de los padres tiene la custodia. Los abuelos también son víctimas y verdugos.
Denuncias falsas
La mayor parte de las denuncias por abusos sexuales contra uno de los padres en las separaciones contenciosas son falsas. Los acusados funden su patrimonio para defenderse de las acusaciones.
Edad media 35 años
Los padres que se ven inmersos en el Síndrome de Alienación Parental tienen una media de 35 años cuentan con formación superior.El fin de semana alterno les parece poco para estar con sus hijos.