Después de casi cinco años plagados de impotencia y sufrimiento, considero que ya es hora de hablar, de reivindicar, de decir NO a este silencio que busca el olvido, de gritar No a este ensañamiento que se ha llevado a cabo sobre Piedad, mi persona y mi familia. Es hora de llamar las cosas por su nombre. Es hora de destapar a quienes, desde detrás de los cortinajes de un escenario escalofriante, han movido los hilos en este sistema sin alma, desde el silencio y la cobardía.
Ya es hora de leer desde la objetividad y la justicia cada folio de un procedimiento civil donde parece que imperó el abuso de poder y la ausencia de humanidad. Es la hora del pronunciamiento público de quienes han callado. Ya es hora de despojarme del halo de delincuencia que determinados organismos o personas han intentado envolver mi persona.
Es hora porque la siembra de la indiferencia de los que están arriba, está recogiendo su cosecha logrando el olvido de algunos y el cansancio de otros. Ya es el momento merecido para que se alcen las voces de los más vulnerables, de los que no pueden defenderse, de tantos y tantos inocentes de sueños rotos a los que les sellan sus deseos y amputan sus esperanzas.
Ya es hora de desmontar la manipulación conjunta y la mentira, la omisión y la mala praxis, el aislamiento y la incomunicación. La imposición extrema e inmune que campa a nuestro alrededor y a la que se le hace oídos sordos.
Se ha signado en el camino el justo instante para que las palabras fluyan y los dardos cesen, para que el dolor aflore y el verdugo descanse porque ESTO ES INHUMANO y nadie tiene derecho a ensombrecer el horizonte de la vida, a enlutarla y a tatuarla de humillaciones y castigos injustos.
Porque el contenido de mis sueños ha estado plagado de penas desde entonces, su desdicha y desconsuelo ha sido mi destino, porque nadie puede ser penado por portar nobles sentimientos.
He dejado mi tiempo, mi salud, mi vida en el camino…tantas cosas y he mantenido mi fuerza y mi dignidad, a pesar de la desdicha, por mis hijos, por mi familia…por tanta gente. Pero se aproxima el final, el objetivo de quienes hasta ahora han actuado desde el silencio y no han tenido la valentía de darle transparencia a sus actos para que nos podamos defender.
Ha llegado la hora de tomar una decisión.
Hasta el momento, desde la soledad y la compañía, desde la ética, la elegancia y la honestidad, hemos luchado por defender los derechos de una menor y de otros muchos niños y niñas. He trabajado porque se aplique en la práctica EL INTERES SUPERIOR DEL NIÑO, el interés que habla de lo que es mejor para ellos lejos de otros por muy legítimos que sean. Cada paso ha supuesto una cicatriz y apenas ha producido ni siquiera un eco en el sendero en un sistema que parece ser ciego, mudo y sordo.
Me ha enseñado esta terrible experiencia, este aprendizaje, que hay mucha buena gente ahí, indignada y clamando justicia, pero apenas se valora, ni siquiera se le escucha. También me he dado cuenta que son más respetados los verdaderos delincuentes, maltratadotes, asesinos y malhechores que las personas que llenan su existencia de actos impregnados de buena voluntad. Que las acciones honestas y desinteresadas no son para muchos apreciadas y que la maldad puede alcanzar límites insospechados.
He aprendido que la unión en teoría hace la fuerza pero que muchos se ocupan de que esa unión se disgregue y no resulte efectiva. Me han enseñado que hay expertos para desvirtuar las causas nobles y que existen terminologías adecuadas para atajar el camino de la verdad y fulminarlo.
Pero nadie hasta ahora ha logrado despojarme de mis principios, del sentido de la lealtad. Nadie me ha arrebatado mi fe en la justicia, esté donde esté, más cerca o más lejos. Nadie ha logrado enlutar mi conciencia por el peso de lo no hecho, de los pasos no dados.
El silencio y la omisión en esta lucha contracorriente tampoco ha conseguido borrar de mi rostro la sonrisa para mis hijos, ni alejarme del deber hacia ellos que la educación, el cariño y la entrega conlleva. Porque, a pesar de todo y por encima de todo, sigo SINTIENDOME MADRE, PERSONA Y SER HUMANO.
En un lugar lejano para mí y para los míos duerme una niña que fue feliz en un momento determinado de su existencia, fugaz como la vida de las mariposas. Con sus sueños rotos se ha ido parte de nuestras vidas. Con ella y toda la injusticia que bordea este caso desgarrador se ha empañado nuestros días ante la mirada impasible y la expectación indiferente de quienes rubricaban y siguen firmando con su silencio nuestra condena.
A veces a la esperanza la siega la maldad. Pero al menos algo queda en lo etéreo; Las lágrimas derramadas, la impotencia, el corazón quebrado, la amputación de los deseos podrá revertirse quizás en el amanecer de los sueños, igual que pervive en el tiempo la memoria y los recuerdos, las vivencias y las imágenes, las sensaciones..De una etapa azul de la infancia.
Tal vez, algún día este caso sea solo UN FUE, apenas una líneas en un amarillento papel de periódico pero NADIE podrá jamás borrar los buenos momentos, ni los sueños realizados.
¡Cuánto duele la injusticia!
Así que ya es hora de dormir con las conciencias tranquilas aunque sean bañadas en dolor porque es mejor eso que dormir sin conciencia.
Ya es hora de retirar el rostro y no volver a mostrar la mejilla. Ya es hora de levantar la voz clara y contundente y que su grito atraviese las montañas y remonte los océanos porque de tanto silencio ante el dolor y tanta indiferencia hasta la desesperación, estamos cansados, decepcionados, dolidos e impresionados.