Un proyecto de ley de tasas judiciales lamentable, para dejarnos sin Justicia
8 OCTUBRE, 2012 - AUTORES: ANDRÉS DE LA OLIVA SANTOS Y VERÓNICA DEL CARPIO FIESTAS EN ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
Está en tramitación parlamentaria un Proyecto de ley en verdad tremendo, por el que se regulan determinadas tasas en la Administración de Justicia. Si el Proyecto acaba en ley, se cercenará la posibilidad de tutela judicial en perjuicio de los más débiles. No abundaremos, para este blog, en consideraciones jurídicas elementales, relativas tanto al derecho a la tutela judicial efectiva, del art. 24.1 CE, que sería frontalmente contrariado, como al art. 119 de nuestra Norma Fundamental, cuyo espíritu no puede ser más opuesto a impedir el acceso a la Justicia a quien no disponga de amplios recursos económicos para litigar, que es lo que resulta del proyecto legislativo. Vamos a los hechos del proyecto: se pretende que se abonen al Estado unas tasas judiciales altísimas como requisito para acceder a los tribunales en todas las jurisdicciones excepto la penal. Las tasas se imponen a cualquier persona, sea física o jurídica y si es física, sólo se exime a quienes tengan ingresos inferiores a 12.780€ anuales y computando no solo los del propio interesado sino los de su unidad familiar (doble del IPREM, límite para derecho a justicia gratuita). La crisis económica es un puro pretexto porque ninguna consideración económica es aceptable como fundamento de unas tasas tan rotundamente restrictivas del acceso a la Justicia.
Ya estamos sin justicia desde la última reforma de ZP que eliminó recursos y dio competencias a los secretarios judiciales para decidir sobre cosas que a veces, no tienen ni pajolera idea. Pero con los tribunales que tenemos y ahora estas tasas, la justicia se convertirá sólo en un recuerdo. Quieren tumbar el estado de derecho y convertir esto en una república bananera, los unos y los otros.
CONTRA LAS TASAS JUDICIALES. Yo me sumo.
Un saludo.
Totalmente de acuerdo con Nuria, sólo discrepo en dos cuestiones. España no es un estado de derecho, desconozco que algún día lo fuera, no se tumba estado de derecho alguno, tan sólo se recrudece una sempiterna dictadura. España no es una república, por tanto, no puede ser república bananera. España es un reino bananero o una monarquía constitucional bananera caracterizada por tal abundancia de chorizos que estos tienen su representación hasta dentro de la casa real.
España es un país donde su casta política, toda ella, está a medio camino entre el Australopithecus Afarensis y el chimpancé. El paso a una supuesta democracia en España tan sólo supuso una fragmentación de poder político de la dictadura, los grandes gurús de la política en España, esos que encontramos tanto en el PP como en el PSOE, era una única familia en la dictadura. Cambiaron el look falangista, por un renovado vestuario pepetiano o socialista. España, el país donde todo cambia para no cambiar nada. España es un país en estado de ruina y ardiendo por los cuatro costados. Hace tiempo que se lanzó el grito de sálvese quien pueda. El que no pueda será inmolado, en la pira de las tasas judiciales, en la del 21% de IVA, en la de violencia de género, en la del despido libre, y así suma y sigue en otras miles de fogatas. Lo vivimos cada día. Yo ya estoy en una fase en la que espero decir un ¡Agur, España! definitivo, y no te llevo en mi corazón. No siendo está una decisión al amparo de mi libre albedrío, sino forzada por una situación por décadas, o siglos, según se mire, insostenible. Es más, intentar seguir aguantando, contra viento y marea, entiendo que no sería ya sinónimo de espíritu alegre y combativo, sino sinónimo de una gilipollez suprema. Aunque entiendo a aquellos que se agarran a un clavo ardiendo en defensa de lo poco que les queda en este país, cada vez menos.