Es un auténtico canchondeo.
De indisolubilidad del matrimonio, nada.
Matrimonios entre parejas mayores de edad con hijos, son anulados.
Todo es por dinero.
Para ello, buscan cualquier suterfugio.
Antiguamente, uno de los pocos condicionantes, era demostrar que el matrimonio no se había consumado.
Ahora es un puro negocio.
Pues que personalmente me caí del guindo a muy corta edad, era niño precoz y pitagorin, dejé de ser católico a los 10 años, con una infantil convicción razonada que muchos adultos envidiarían. Apreciaba incoherencias supinas.
Pero, mire lo que son las cosas, Acritón, hoy defiendo a la iglesia católica en algunas cuestiones. Aquellas en las que no dejan de tener su punto de razón, coincidentes con lo que podríamos llamar una moral universal, objetiva, que las tienen, al igual que esta existe, no así el absoluto relativo que nos han estado vendiendo, y haciendo tragar a la fuerza, desde el poder político, y en aquellos temas en que entra en juego el respeto al otro y a sus creencias. Lamentables ciertas actuaciones que se han producido a las puertas de las iglesias o en concentraciones católicas. Promovidas o alentadas desde el poder, socialista, muchas de ellas y, complementando el total, las producidas por ambiente, de forma indirecta.
Respeto la fe católica, no puedo respetar la musulmana, la institucional, en cuanto que esta es la contraposición a los más elementales principios de esa moral universal de la que dimana la misma democracia y el estado de derecho. Y mucho ojo con esto, se ve venir para el ojo de un buen prospector de futuribles lo que puede ocurrir en España. Y hablo por vivencia, por experiencia, con conocimiento de causa y de primera mano, sin fantasmas ni prejuicios de portera. Mi pensamiento lo tengo por racional y libre, y no soy monja para casarme con Dios.
Por supuesto que la Iglesia es un negocio en muchos aspectos. Recuerdo visitar un antiquísimo monasterio, siglo XII, camine entre sus ruinas de niño, ya reformado, en cada estancia, al objeto de apreciar la magnificiencia de cada espacio, había que introducir un euro de vellón en un artilugio para que se encendiera la iluminación, el contador del monasterio corría más aprisa que el de Iberdrola o similares. Empezamos por aquí y terminamos por procesos de divorcio. La Iglesia siempre supo dar trámite adecuado, y separar, los asuntos del César de los de Dios. De persona inteligente es sacar provecho de lo bueno que la tradición judeo-cristiana aporta a nuestra cultura, es la esencia de la misma, sobre ella se soporta la democracia misma, el estado de derecho, hoy ajeno a España, o las declaraciones y convenciones de derechos humanos, y desechar los aspectos negativos, incluido el mercantilismo institucional eclesial. Y siempre fue más benigna en su actuar que la jurisdicción seglar, civil o como se le quiera llamar. La Santa Inquisición era el mal menor en comparación con la jurisdicción ordinaria en aquellos tiempos.
Quizás, al final, no se trate tanto de elegir lo mejor sino el mejor de los males. De la misma manera que no existe una moral absoluta sino una relativa absoluta, innegable para quien quiere preservar su propia existencia, y esencia, como ser humano.
Siempre ha sido un negocio, Acritón. De hecho, yo que hice el curso para ello, no continué con el asunto porque a veces, aún pagando, le conceden a uno la nulidad con impedimento para contraer nuevo matrimonio, por tanto... ¿para qué le sirve anular el matrimonio eclesiástico si no puede contraer uno nuevo, motivo éste por el que instó la nulidad? En fin, una cosa es la fe y otra, el mercadeo de la Iglesia. Personalmente, salvo para fervientes practicantes, creo que es una pérdida de tiempo, de dinero y una humillación el procedimiento en si. Pero cada uno, es libre de elegir. Un saludo.