Pido solidaridad para mi amigo de la infancia Jonatan Segovia Moya, condenado a 12 años de prisión por un delito no cometido.
Os invito a visitar la página web www.soyinocente.com para que podais informaros sobre las palmarias irregularidades acaecidas en este televisivo caso y para que le ayudeis, con vuestra firma, a obtener el indulto.
Efectivamente, son demasiadas contradicciones como para dictar una sentencia tan importante. Suele pasar que en las peleas tumultuosas al final nadie sabe lo que ha pasado. Todo sucede muy deprisa, y hay mucha agitación. Creo que la presunción de inocencia y la primera declaración del agredido tenían que pesar más que el resto de hechos.
Lo cierto es que la familia lleva mucho tiempo recabando firmas, tanto en la calle como en internet, para apoyar la petición de indulto.
La condena es de 12 años por una triple agresión con arma blanca realizada en el marco de una riña tumultuaria de 18 personas, todo ello con las circunstancias agravantes de abuso de superioridad y (lo que resulta inconcebible), motivos racistas.
Pues bien, yo no estaba ahí en ese momento, con lo cual tampoco puedo puedo saber, más allá de mi ciega confianza en él y en su inocencia, los hechos reales ocurridos. Sin perjuicio de ello, estoy completamente seguro de que, en el improbable caso de que lo hiciera, su acción no estuvo motivada por el racismo (nos hemos criado en un barrio multiétnico y muchos amigos inmigrantes del penado insistieron por activa y por pasiva en la inexistencia de prejuicios racistas en la personalidad de mi amigo).
Ya sabéis lo que opino de los abogados de oficio. Jonathan tuvo uno, el cual no fue capaz, ni siquiera, de desvirtuar dicha absurda agravante (ya se que dicho abogado tenía una posición mucho más privilegiada que la mía para defender los intereses de su representado, sobre todo habida cuenta de que por aquel entonces yo estudiaba todavía en la Facultad).
Convendreis conmigo en que el hecho de que exista una riña tumultuaria de 18 personas, la cual tenga como resultado final una triple agresión y un sólo acusado, es ciertamente extraño (más bien parece un guión de mal cine americano). El hecho de que existan testimonios chocantes y contradictorios arroja serias dudas, asimismo, sobre la verosimilitud de los extremos recojidos en la sentencia, que, repito, señala a Jonathan como único agresor en tan tremenda pelea callejera.
De hecho, cosa extraña también, una testigo (que luego no compareció en juicio) aseguró que la agresión había sido cometida por dos hermanos (Jonathan y su hermano David) que vivían en el portal contiguo al lugar de los hechos. Pues bien, David y Jonathan estuvieron preventivos durante meses, siendo que David fue declarado inocente de cualquier acción delictiva en el juicio.
Todo este caso huele raro, y así lo han entendido también diversos medios de comunicación que se hicieron en su día eco de la situación de Jonathan (díagse, en este sentido, "Sucedió en Madrid", Ana Rosa Quintana, María Teresa Campos, etc..).
Por último quiero señalar que resulta conmovedor ver como, después de tanto tiempo transcurrido, todavía la gente sigue mostrando su apoyo a la familia y movilizándose en aras a la obtencón de justicia.