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¿Por qué no se legalizan las drogas?

3 Comentarios
 
¿por qué no se legalizan las drogas?
27/01/2002 04:47
No soy consumidor de drogas (solo en alguna ocasión fumé marihuana), pero no alcanzo a comprender por qué la criminalización de unas y la permisividad con otras (las llamadas drogas ‘sociales’, como el alcohol o el tabaco).

Nunca llegué a comprender por qué está permitido el uso y el comercio del tabaco y de las bebidas alcohólicas y no el de la marihuana, por ejemplo (parece ser que científicamente está demostrado que su uso es mucho menos perjudicial para la salud humana y que, incluso, tiene ciertas, bastantes, aplicaciones terapéuticas). Y, por propia experiencia, sé que la marihuana es menos adictiva que el tabaco y no necesariamente el preludio al consumo de otras drogas más fuertes.

Pero es que, aunque el uso o abuso de la marihuana (o el de la cocaína, por mencionar las drogas ilegales más comunes) fuera más perjudicial para la salud de las personas que el del tabaco o el del alcohol (o el del café...), no veo motivo alguno que pueda justificar su prohibición. ¿Por qué se le debe negar a una persona adulta el derecho a ingerir las sustancias que, en uso de su natural libertad, estime conveniente, aunque sea perjudicial para su salud?

La ‘ley seca’ americana no fue una buena ley, sino todo lo contrario: no logró erradicar el consumo de alcohol por parte de la población y sí, en cambio, un aumento espectacular de la violencia, del crimen y de la corrupción. Lo mismo, y más, si cabe, sucede al ilegalizar drogas como el cannabis o la cocaína. La realidad es que hoy en día un altísimo porcentaje de la criminalidad está vinculado, directa o indirectamente, al mundo de las drogas: robos, violencia, corrupción, adulteraciones, estafas, delitos fiscales, etc

¿Qué consecuencias derivarían de la legalización de las drogas actualmente prohibidas?.
En primer lugar, estoy convencido de que su consumo, lejos de aumentar, disminuiría, al desaparecer el aliciente o ‘morbo’ de lo prohibido (quizás ridículo, pero real).

En segundo lugar, si se estableciesen las medidas y los controles adecuados para su producción, importación, manipulación y distribución (iguales o similares a los que están sometidos los alimentos o los productos farmacéuticos) se garantizaría su ‘calidad’ y se evitarían las muertes, intoxicaciones y otra clase de daños, a veces graves, que las adulteraciones (con productos a veces mucho más dañinos que las propias drogas) causan a sus consumidores.

En tercer lugar, la posibilidad de adquirir las drogas hoy ilegales con la calidad garantizada y a precios más reducidos (la producción de las drogas es barata, en origen: que se lo pregunten a los campesinos que cultivan las plantas que les sirven de base), tendría como consecuencia la práctica desaparición del contrabando, de traficantes violentos o desaprensivos, nocivas adulteraciones, corrupciones, sobornos, mafias o asociaciones de delincuentes (callejeros o de ‘guante blanco’) y disminuiría espectacularmente el número y la entidad de otros delitos y de otros efectos indeseables causados, directa o indirectamente, por la actual ‘ley seca’ que, inexplicablemente (al menos para mí), rige en la mayor parte del mundo, aunque parece que, afortunadamente, voces muy autorizadas ya claman por su derogación o, al menos, su flexibilización.

Finalmente (y casi me dá vergüenza decirlo), no ha de olvidarse que los astronómicos beneficios hoy generados por las mafias de la droga (que además de servir para sobornar y corromper a personas, familias, profesionales, autoridades y, a veces, a gobiernos enteros, con todas sus consecuencias, contagiosas y expansivas, como si de un cancer se tratara, también distorsionan la economía, en general, con efectos absolutamente desastrosos y nefastos en ciertas regiones o ámbitos), digo, que esas cantidades, via impuestos, canones por concesiones y otros conceptos, pasarían directamente a engrosar las arcas públicas, con los beneficios que ello supondría para la colectividad: ¿cuántas escuelas, universidades y centros se podrían crear, en los que educar a los ciudadados del mundo, especialmente a los más jovenes, y hacerles saber las nefastas consecuencias que el abuso de las drogas puede acarrear, e inculcarles prudencia? ¿Cuántos hospitales en los que tratar a aquellos que, por ignorancia o debilidad, cayeran en las garras de la droga?. ¿Cuántos centros deportivos o culturales o con cualquier otro tipo de aliciente sustitutivo de las drogas?

En mi opinión, la legalización del uso y comercialización de las drogas (obviamente, con la adecuada regulación) tendría innumerables efectos beneficiosos para todos (excepto para los que hoy en día se benefician del tráfico ilegal, y actividades conexas, irregularmente) y, en cambio, no acierto a ver inconvenientes insubsanables. ¿Podría alguien enumerar y argumentar alguno?

¿Por qué no se legalizan las drogas? ¿Alguien puede explicarlo?
28/02/2002 01:11
Totalmente de acuerdo, y más aún teniendo en cuenta que, al fin y al cabo, desde un punto de vista pragmático, el que quiere consumir drogas, las consigue. Nada más fácil.

La ilegalización o prohibición no es, desde luego, la solución para evitar el consumo de drogas, suponiendo que sea esa la finalidad perseguida.
perfil uno
14/09/2002 05:17
Es un tema delicado.Pero yo no fumador,debo de aguantar a los fumadores,incluso en los lugares prohibidos,escuelas,hospitales,metro etc porq ue no se toman medidas para proteger al no fumador.
Esta claro q la droga q mas mata son las legales.
Por lo q quiza si se legarizara otras drogas se pondrían a la altura.
Sobre lo q dices de q un adulto puede elegir autodestruirse o tomar drogas,yo te diría si pero sin q supusiese ningún gasto a la sociedad ni a las personas q no queremos ningún tipo de drogas,excepto con prescripcion medica.
(medicamentos)
el derecho a estar en un mundo sin drogas de ningún tipo ni drogados q interfieran la vida de los q rechazan las drogas , es lo primero q habria q proteger.
Saludos
06/10/2002 17:33
Respecto a lo que dice el anterior interviniente, estoy de acuerdo en que la legislación (y el sentido cívico y la educación) debería impedir que los no fumadores se vean afectados negativamente por la conducta de los fumadores.

En lo demás, no tengo más remedio que estar en casi total desacuerdo. Creo que un adulto tiene, o debería tener, derecho a elegir lo que quiere hacer con su vida y que sustancias quiere consumir, sean saludables o nocivas para su salud.

Está claro que la sociedad debe adoptar todas las medidas a su alcance para impedir que los menores de edad consuman sustancias gravemente perjudiicales para su salud o integridad física, y que se deberán realizar todos los esfuerzos posibles para informar y educar a los adultos repsecto a los peligros inherentes al consumo de drogas (de todas las drogas, incluído el tabaco y el alcohol...).

Desde que el mundo es mundo, siempre hubo drogas y siempre las habrá, igual que siempre hubo prostitutas y siempre las habrá. Lo que hay que hacer no es prohibir ni lo uno ni lo otro, sino encauzar y regular, y, puesto que nunca jamás se va a acabar con lo uno ni con lo otro mientras el mundo esté habitado por humanos, lo que hay que hacer es evitar al máximo los efectos perjudiciales y hacer todo lo posible para que, en lo beneficioso, sea la sociedad quien se beneficie y no solo unos pocos traficantes de drogas o tratantes de blancas...