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perdon

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Perdon
01/03/2004 00:31
una reflexion para quien quiera compartir el valor del perdón en las relaciones interpersonales, en especial las familiares:
Los seres humanos somos seres sociales por excelencia. Durante toda la vida formamos relaciones significativas e interactuamos con personas que nos interesan. En el conjunto de las interacciones sociales, inexorablemente haremos cosas que podrán herir a quienes nos rodean y viceversa.
Las oportunidades para transgredir son muchas, desde las más pequeñas e intencionales, como decir algo sin pensar u olvidar una cita, hasta otras más serias como traicionar la confianza que nos depositaron, mentir impunemente o ser infieles sin medir las consecuencias. Un factor importante para afrontar en forma adaptativa los obstáculos inevitables de la vida cotidiana es nuestra capacidad de perdonar.
La propensión a perdonar tiene implicancias importantes, no sólo para el bienestar de nuestras relaciones, sino también para nuestro propio bienestar como individuos.
El perdón en sí mismo es distinto a la empatía, la compasión, la magnanimidad del amor, la confianza, la reconciliación, la condonación, la absolución o el altruismo, aunque estos constructos pueden formar parte del proceso de perdonar.
A pesar de que el perdón verdadero puede requerir sentimientos de amor, en ciertas circunstancias una persona puede perdonar, cancelando la deuda y renunciando al resentimiento, pero también puede hacer un recorte en su entrega de amor. Cuando, por ejemplo, se produce una confrontación con un perpetrador que ha causado un sufrimiento substancial, de largo plazo, como un padre violento o abusador y que no ha mostrado signos de cambio real, es posible que una persona lo perdone y que al mismo tiempo adopte una actitud neutral, cautelosa, y aún respetuosa hacia ese padre, manteniéndose abierto a la posibilidad de desarrollar sentimientos cálidos, aunque quizá no pueda sentir amor por esa persona. Es decir, se trata de una neutralidad dotada de una sensación de paz, y al mismo tiempo de sentirse desapegado, libre de rabias y resentimientos.
La tríada del perdón:
1. La propensión a perdonar a otros;
2. La propensión a pedirle perdón a otros, y
3. La propensión a perdonarse a sí mismo.
Ciertas emociones morales como la vergüenza, la culpa y la empatía, relacionadas con el perdón, se presentan en una diversidad de grado en distintas personas. Algunos autores han teorizado que la evaluación empática que realiza una persona con respecto a la perspectiva del perpetrador y su experiencia emocional facilitan el proceso de perdonar.
La vergüenza y la culpa son emociones de relevancia potencial involucradas en el perdón, y es interesante distinguir una de otra. Los sentimientos de vergüenza conllevan una focalización dolorosa en el Self, el sentido humillante y global de “Soy una mala persona”. Tal humillación vergonzosa va acompañada de un concepto de sí mismo disminuido, inundado por sentimientos de desvalimiento y desprecio hacia uno mismo, junto con un sentido de quedar expuesto ante los demás. Podría pensarse que tales sentimientos dolorosos y debilitantes de vergüenza no son motivadores para un cambio constructivo en las conductas. Asimismo, los individuos propensos a sentir vergüenza suelen repetir sus transgresiones y rara vez intentan reparar el daño ocasionado, llegando a poner las culpas afuera, o responsabilizar a otros por sus actos, y aún mostrar una ira irracional o comportamientos.
En cambio, la culpa involucra un comportamiento específico, el de “Hice algo malo” en lugar de “Soy una mala persona”. Las personas inclinadas a sentir culpa están más dispuestas a pedir y recibir perdón de otros, así como a perdonarse a sí mismas. El sentimiento de culpa apareja tensiones, remordimiento y arrepentimiento acerca de algo que el individuo piensa que hizo mal. Las tensiones y el arrepentimiento motivan acciones reparadoras, como la confesión, las disculpas, o alguna forma de reparación del daño. Es decir que es más fácil cambiar una mala conducta que un mal concepto de sí mismo.
Podríamos pensar que una persona propensa a sentir culpa acerca de un comportamiento específico, puede posicionarse mejor para perdonar a otros y perdonarse a sí misma. En cambio, las personas que tienden a sentir vergüenza tendrían dificultades para perdonar a otros, es decir que disponen de menor empatía.