Este asunto tiene fácil remedio: falta voluntad política.
En los casos de Viogen, por ejemplo, se han creado juzgados específicos, se les ha dotado de medios, y todos sabemos que el denunciado por la mañana duerme en el calabozo por la tarde; y eso que privar de libertad a alguien es mucho, mucho más complicado que desahuciar.
El primer paso deberái ser dejar de transmitir mensajes de odio hacia los arrendadores desde el propio gobierno, porque ese clima justifica a los incumplidores, que creen que no hacen nada malo, como en la Alemania nazi nadie pensaba que fuera malo reprimir a los judíos. Y luego poner medios.
Los primeros beneficiados serían los propios inquilinos, todos los que tenemos alguna edad recordamos que en los años ochenta para alquilar un piso bastaba con el DNI y la fianza. Pero claro, entonces un desahucio por impago duraba tres meses.
Yo realmente es que no entiendo qué han hecho.
El problema está casi más bien en la vulnerabilidad más que en la okupación. Por supuesto siguen perjudicando a las empresas y a los grandes tenedores por cuestiones puramente ideológicas, y habrán pensado que con la reforma dejan a salvo a los pequeños particulares que puedan tener como mucho un par de pisos y tienen miedo a que se los ocupen todo ello con un enfoque electoral clarísimo: beneficio a los pobres pero sigo fastidiando a los ricos.
Pero más allá de eso insisto en que no han entrado al fondo de la cuestión que es la vulnerabilidad. Ahí hay una buena parte del problema y no sólo en la okupación.