La ministra y la cofia
Según los medios, la titular del ministerio de Igualdad y Corte y Confección, doña Bibiana Aído a por Uvas, acudió no hace mucho a una cena de postín en casa de gente pudiente. Lo normal en toda señorita roja de todo rojerío, que se pone un pañuelo rojo al cuello todos los años en Rodiezmo, para cantar la Internacional; esa canción tan bonita de los parias de la tierra. Que es que Bibiana es también paria, pero paria que cobra un pastón por hacer el ganso y dar subvenciones a sindicatos y asociaciones de gays y lesbianas, con la condición de que sean de la Ceja; si no, no se las da y santas pascuas.
Y durante tal cena la Bibiana se mosqueó porque las camareras llevaban cofia. ¿Y qué se esperaba la ministra en una casa de postín…? ¿Tal vez que las camareras fueran ataviadas con monos de trabajo como las rusas de Lenin…? ¿O tal vez que llevaran el burka o el hijab, que al parecer es algo que a ella no la perturba lo más mínimo en su progresía folclórica?
Y como las camareras llevaban su cofia de reglamento, pues la Bibiana, como debe ser que en su casa no le enseñaron buenos modales, fue y largó a la concurrencia: “Esto de las cofias, es que yo no lo aguanto”. Naturalmente la señora de la casa, al oír esto dijo: “¡Aaaaah!”, y se quedó de piedra, y tuvo su señor esposo que sacar martillo y cincel para sacar a su conyugue de su estado pétreo. ¡Pobre mujer! Cuando volvió en sí la señora de la casa, no pudo por menos que decirle a la ministra: “Pero mira Bibiana, yo es que no sabía que tú odiaras las cofias, y desde mañana las prohíbo; así que por esto no irás a dejar a mi hijo, que es maricón, sin la subvención ad hoc de tu ministerio, vamos digo yo. Mi hijo es un pedazo de maricón, Bibiana, y tiene todo el derecho a la subvención”.
Pero entonces Bibibana tranquilizó a la mamá del gay, diciéndole: “No, si yo lo que digo es que ‘habría que ponérselas también a los hombres’”. Pues claro, Bibiana. Lo que pasa Bibiana es que los hombres también las usan cuando su trabajo lo requiere. Al igual que las mujeres. Las cofias las usan ahora mismo camareras y enfermeras por tener el pelo largo, y su cometido es muy funcional y nada aristocrático: evitar que caigan pelos en la sopa por una parte, algo que causa muy mala impresión porque la ciudadanía es muy mirada; y evitar meter los pelos en una herida que se esté suturando. De forma que si un enfermero lleva el pelo largo, es obligado a llevar una redecilla, al igual que las enfermeras.
Hasta las azafatas de las líneas aéreas llevan cofia, Bibiana, porque forma parte de su uniforme. Que es que los uniformes son muy prácticos Bibiana. Seguro que las empresas de catering que les montan a ustedes las cuchipandas en el partido o en el Congreso, cuchipandas que les pagamos todos los españoles que trabajamos, les ponen también cofia a sus camareras. ¿A que sí? Para que los socialistas puedan pedirle los canapés a la persona adecuada, o sea a una camarera, y no a una compañera de Cuenca que además de socialista es liberada sindical. ¿Estamos, prenda?
Y por otra parte tú también te has puesto cofia, no te creas. Pues tal cual una cofia es la kufiya palestina, que seguramente incluso etimológicamente están ambas palabras emparentadas. Y tú bien que presumes con tu kufiya de alta costura.
–Mire, uno que era muy aficionado a las cofias era precisamente el anterior Secretario General de la ONU don Kofia Nan.
–Ya, pero lo que pasa es que ese señor se llama Kofi Annan. Que por cierto el nombre de este señor indica el día de la semana que nació, porque en “twi” y “fante”, las lenguas de sus padres, Kofi quiere decir viernes.
–¡Qué cosas, María Santísima!
–Pues sí. Y además su segundo nombre, Atta, quiere decir que es uno de dos gemelos. Y el tercero, Annan, quiere decir que es el cuarto hijo.
–¿Y usted cómo es que sabe tantas cosas, con la cara de tortolín que luce?