De la misma forma que los hay de muy buenos los hay de muy malos. Lo desagradable es que a uno siempre le tocan los malos y entonces no se puede dejar de pensar en el desastre que suele ser la justicia en este país. Si nos vamos al Supremo o al Constitucional, ahí ya no se aclaran, demasiadas veces si uno dice blanco el otro dice negro. Si por las altas esferas suele ir así la cosa, cómo va a ir para el pobre ciudadano que le toca al más vago e impresentable?...