Mi deseo: si algun dia salimos, (del armario), que no caegan en el olvido, las miles de victimas, las miles de vidas, entre las que me encuentro, que han sido destrozadas por esta canalla en nombre de una FALSA libertad de la mujer.
Sus sentencias son ejemplares y sus declaraciones levantan ampollas. El juez Serrano cree que vivimos “en una dictadura de género”.
Francisco Serrano, titular del Juzgado de la Familia número 7 de Sevilla, es capaz de quitar al hijo de unos padres divorciados del psicólogo para mandar a terapia a sus progenitores. Y de poner de vuelta y media la actual ley de violencia de género. El martes el magistrado estuvo en la Universidad de Alcalá para presentar su último libro, Un divorcio sin traumas.
- ¿Para quién son los traumas cuando se produce un divorcio?
– Son primero para la pareja, porque la gente se une en pareja con la expectativa de que dure. Pero cuando la ruptura se convierte en un conflicto irracional, los traumas son para los hijos. Lo que hemos de intentar todos, empezando por los abogados y jueces, es que los niños no pierdan su felicidad, evitar que se conviertan en huérfanos de padre y de madre, porque los que se divorcian son los padres, no los hijos.
– Usted ha criticado que a veces sólo se quiere igualdad para lo bueno...
– Si queremos una igualdad efectiva, tiene que ser para lo bueno y para lo malo. Queremos conciliar la vida laboral y la doméstica, y la principal obligación doméstica es criar a los hijos. Tenemos que abogar por la corresponsabilidad parental: compartir las responsabilidades antes de la ruptura y después, para que al niño le afecte lo menos posible. Quien saldría ganando si se supera esa concepción, que yo creo que es machista, es la mujer. Y va a ser bueno también para los niños y para los padres, que van a estar vinculados y comprometidos en la crianza de los hijos.
– También ha hablado de “la dictadura del feminismo radical”. Entonces, ¿usted es machista o estas etiquetas ya están anticuadas?
– Aquí se cambian todos los conceptos. En España estamos viviendo una dictadura de género, y la ley de violencia de género es una muestra más. Perjudica a la mujer que quiere participar en la sociedad por mérito y capacidad; y a los hijos, porque para muchas, por desgracia, la mejor estrategia para apartar a un padre de sus hijos es una denuncia falsa. Estamos llegando a un extremo en el que en una situación de pareja, sin desigualdad, una denuncia puede convertir a un hombre en supuesto maltratador, estigmatizarle y llevarle a la detención. Hay que proteger a la mujer que es víctima, e incluso aumentar las penas al maltratador, pero no generalizar como está haciendo la ley, porque perjudica a la auténtica maltratada.
– ¿Qué cambiaría de la ley?
– La redefiniría como violencia doméstica, no sobre la mujer, como en otros países. Haría que las denuncias no sean las que financien los fondos para las maltratadas. Redefiniría los conceptos de maltratador y maltratada. Daría una corrección oportuna a las denuncias falsas. Y que los juzgados de violencia no conozcan de los asuntos civiles, porque eso está colapsando y provocando que la mujer maltratada no tenga la tutela adecuada.
– ¿Usted es polémico porque no estamos acostumbrados a que un juez opine sobre la ley?
– Los jueces lo primero que tenemos que hacer es aplicar la ley. Pero una vez que se aplica, como jurista, tengo todo el derecho a dar una opinión, porque la libertad de expresión es el derecho a decir lo que a otros no les gusta oír. Lo que digo es lo que piensan la mayoría de los profesionales, pero hay miedo, porque en esa dictadura de género, como una especie de inquisición, al que se sale del plato le llaman hereje, y le amenazan con la hoguera.
– ¿Si su opinión fuera otra dejaría de ser polémico?
– Si fuera la políticamente correcto, posiblemente estaría en algún puesto político de alguien que me está criticando.