Sr.Director:
Esta misma semana ha causado un fuerte impacto la difusión, tanto en prensa escrita como en televisión, de las imágenes de un mundo cercano, conocido para nosotros pero olvidado, en el que los pequeños seres disfrutan de su existencia. Un día, nosotros fuimos los pequeños habitantes de este mundo. Usted, yo y todos los que podamos llegar a leer este escrito.
En esas imágenes hemos visto cómo los pequeños habitantes de ese mundo en miniatura bostezan antes de acurrucarse y echarse a dormir, juegan con sus dedos entrelazados unos con otros, se lo pasan bien, están a gusto y sonríen. Pero hemos descubierto que esa apacible existencia tiene sus ratos de amargura, porque también lloran. Por ejemplo, cuando se introduce desde el mundo exterior en su pequeño y grato mundo el tubo de un aspirador y éste empieza a succionar.
En esta situación, que se provoca en España varios miles de veces al mes por el módico precio de 400 euros, el pequeño se da cuenta e intenta huir lejos del tubo que cada vez más y más fuerte tira de él. Intenta gritar, pero no emite sonido alguno, ya que sus cuerdas vocales están rebosante de líquido. Emite un grito silencioso -gracias, doctor Nathanson-, llora y patalea hasta que el tubo del aspirador le engancha su pequeña pierna y se la arranca de un tirón. Probablemente, en este momento el pequeño ya no sufra más, porque se habrá desmayado a causa de los tremendos dolores. Entonces, el ser ¿humano? del mundo exterior que maneja el aspirador podrá trabajar a sus anchas arrancando la otra pierna, triturando entrañas y órganos, como el corazón que ya no latirá más. Y las diminutas manos, que ya no jugaran entrelazando los dedillos; y esos labios que un día sonreían y ya no volverán a bostezar nunca.
Si miento en tal descripción de los hechos, lanzo un envite que intuyo que ningún médico abortista ni periodista progre defensor de las libertades se atreverá a recoger: televisar mediante este ecógrafo en 4D que nos permite ver más claro el pequeño mundo intrauterino, el quehacer rutinario de la actividad profesional de estas clínicas donde nadie cura nada y muchos mueren. ¿Se atreven? Nos dejará mucho más claro que la verdad... está ahí dentro.
La barbarie que se destila en este relato, supera con creces a la mayor barbaridad que haya podido cometer la raza humana en toda su historia, ante esto, Hitler, La Inquisición, el canivalismo,etc, se quedan en pañales. Usar los adelantos tecnicos, que hemos heredado y de los que nos beneficiamos para mejorar nuestra salud en cirujia estetica, liposucciones, etc, para matar inpunemente a la mas inocente e indefensa de las criaturas, que no tiene la mas minima posibilidad de defensa, ni siquiera puede gritar, a mi modo de ver bate el record absoluto de barbaridad. ¡que triste¿