“Los alienígenas han invadido el planeta…” podría parecer el comienzo de un relato de ciencia ficción con seres procedentes de otros mundos, pero la situación es más mundana. La invasión se ha realizado desde otro tiempo, desde el pasado arraigado en la desigualdad, y quienes lo han hecho nunca se han marchado del todo, siempre han utilizado el poder con sus argumentos e ideas.
El posmachismo es la nueva versión del machismo tradicional que juega con las formas y el mensaje para defender lo mismo que hicieron sus antepasados sin formas ni mensaje, sólo con la violencia de palabra, obra y “misión”, pues todo se hacía en nombre del bien común y en defensa de las instituciones. Y entre esos nuevas estrategias está la del Síndrome de Alienación Parental, o lo que es lo mismo, la manipulación por parte de un progenitor de los hijos e hijas para indisponerlos y enfrentarlos contra el otro progenitor.
Si se han fijado, como buena estrategia posmachista, juega con dos elementos esenciales, la neutralidad y el cientificismo. Se trata de un “síndrome”, o lo que es lo mismo, de un “producto de la ciencia”, y lo puede ejercer tanto el padre como la madre. De este modo superan las críticas iniciales, aquellas que, por ejemplo, se levantaron contra un antecesor del SAP, otro “síndrome” que fue denominado con todo el descaro “Síndrome de la Madre Maliciosa”. Cuando todo se les puso en contra por la falacia científica y por la formas de plantearlo aprendieron que ya no podían utilizar el ataque directo a las mujeres, que la sociedad había cambiado y que tenían que revestirse de neutralidad. Eso ocurría a mediados de los 80, y desde entonces han ido trabajando en el SAP con más éxito social, aunque con las mismas dificultades nacidas de su naturaleza, de ser una construcción ideológica que pretende controlar a las mujeres tras la separación.
El SAP juega con los mitos y prejuicios que históricamente han impregnado la percepción social sobre la actitud y personalidad de las mujeres, y lo hace al poner en valor la perversidad y la malicia que son capaces de desarrollar por interés personal, sin considerar a nada ni a nadie. En definitiva, se trata de aplicar esa idea sobre la “maldad” de las mujeres a los casos prácticos de las relaciones de los hijos e hijas con sus padres tras la separación.
Por eso no es casual que se empezara a utilizar cuando las leyes de “divorcio no culpable” posibilitaron que las mujeres pudieran separarse y rehacer sus vidas, pues hasta entonces para hacerlo tenía que demostrar la “culpa” del marido, algo prácticamente imposible cuando la prueba era su palabra frente a la de ellos. A partir de ese momento la situación cambio de forma significativa. Antes, tras la separación la mayoría de los hombres “entregaban” los hijos a las madres y no pasaba nada cuando no respondían con responsabilidad ante las obligaciones que tenían como padres, por eso no había SAP. Pero cuando todo cambió, y las mujeres no quedaban atrapadas en el cuidado de los hijos, ni dependientes en la distancia del exmarido porque la ley les obligaba a pasar la pensión por alimentos, muchos hombres sorprendidos empezaron a desarrollar otras tácticas para mantener ese control.
El SAP parte del hecho objetivo de que los hijos e hijas no quieren ver al padre tras la separación, y lo que hace es dar una explicación coherente con las referencias culturales a esa conducta. Y esa es la trampa.
Es una trampa porque lo que hace el SAP es evitar que se investigue cuáles pueden ser las verdaderas razones para que los hijos e hijas muestren ese rechazo al padre. Desde el momento en que en sede judicial se comprueba esta actitud en los hijos, estos son separados de la madre “manipuladora” y entregados al padre “herido”, creándoles un trauma que será difícil de superar. De manera que la propia estrategia del SAP conlleva no profundizar en lo ocurrido.
En todo este contexto hay un detalle que no suele tenerse en cuenta, y es que la mayoría de las mujeres que sufren violencia de género salen de ella a través de la separación, concretamente la Macroencuesta de 2011 indicó que el 73.4% lo hacían de este modo. La situación es clara. Todas estas mujeres acuden a un Juzgado de Familia para separarse sin decir que han sufrido violencia por parte de sus maridos, violencia que los niños han visto y sufrido y que genera una conducta de rechazo hacia el agresor (el padre), que sólo ponen de manifiesto cuando se sienten seguros, es decir, tras la separación.
Esta es la causa más frecuente del rechazo de los hijos hacia el padre, la violencia de género previa. Luego hay otras razones que han sido puestas de manifiesto por múltiples estudios, pero todo choca contra el muro del SAP.
El Síndrome de Alienación Parental es una trampa y es una manipulación interesada al amparo de la cultura de la desigualdad. El SAP no existe. No está aceptado por ninguna de las clasificaciones mundiales de trastornos y enfermedades mentales, ni por el DSM-IV-TR de la Asociación Americana de Psiquiatría, ni por la CIE-10 de la OMS, y por lo tanto no debería aceptarse como categoría diagnóstica en los Juzgados, como ahora se hace. Así lo ha recomendado el propio CGPJ, pero muchos Jueces y Juezas continúan aceptándolo. La independencia judicial se lo permite, pero también es exigible un papel más activo del Ministerio Fiscal y una respuesta profesional por parte de los equipos forenses (Medicina, Psicología y Trabajo Social).
El hecho de que haya científicos que lo defiendan no significa que sea una categoría científica, eso dependerá del cumplimiento de los criterios establecidos por la comunidad científica, no de las ideas u opiniones de unos cuantos científicos. Y hoy por hoy no se acepta.
A mi me parece perfecto que esos científicos continúen su trabajo para intentar que se admita el SAP, lo mismo que hay otros que intentan que se incorpore un nuevo fármaco que está en fase experimental. Pero del mismo modo que ese fármaco no se puede utilizar hasta que no sea aceptado, el SAP no debería ser utilizado en los Juzgados hasta su reconocimiento por la comunidad científica.
No es casualidad que se acepte y se tomen decisiones a partir de su diagnóstico, pues en definitiva viene reforzar la ideología de la desigualdad. Lo mismo que no es casualidad que quienes defienden y apoyan la existencia del SAP sean los mimos grupos de hombres y posiciones ideológicas que cuestionan la Ley Integral contra la Violencia de Género, que hablan de denuncias falsas, de custodia compartida impuesta, de discriminación de los hombres… No deja de ser llamativo que quienes hablan de denuncias falsas utilicen la falacia del SAP como argumento para que se imparta Justicia.
Todo ello demuestra cómo el SAP forma parte de ese “paquete de medidas” desarrollado por el posmachismo para atacar a las mujeres tras la denuncia de violencia de género, y para mantener las referencias de la desigualdad.
“EL SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL ES UNA RESPUESTA NEOMACHISTA A LA DENUNCIA DE LA PEDOFILIA”
Esta psicóloga y activista de Feminismos Sol ha seguido de cerca las historias de vida de sus pacientes, a las que se les está aplicando el Síndrome de Alienación Parental (SAP), que sanciona a las madres y a sus criaturas, cuando éstas se han negado a visitar a sus padres, pese a que haya indicios diversos por abusos o violencia. En esta entrevista explica cómo se aplica el SAP y cómo supone una nueva violencia para las mujeres.
Nieves Salobral y Soraya González Guerrero. Redacción
09/02/13 • 17:13
Fatima Urzanqui es una de las integrantes de la Red de Resistencia y Respuesta a las violencias machistas, una iniciativa de Feminismos Sol que se presentará oficialmente en el 15 de febrero en la Librería Traficantes de Sueños . Esta Red nace en un momento en el que la lucha contra la violencia machista parece perder legitimidad y permean los discursos de corte neomachista que “culpabilizan a las propias agredidas de ser el sujeto instigador de sus agresiones”, no sólo entre la población sino entre los propios cargos con responsabilidad en la protección de las mujeres (jueces, juezas, abogados y abogadas).
Una de las múltiples violencias machistas a la que pretende dar respuesta esta Red es Síndrome de Alienación Parental (SAP), “Un pseudosíndrome con pretensiones de objetividad científica que pone el acento en sancionar a las madres, y a sus criaturas, cuando estas se han negado a visitar a sus padres, pese a que haya indicios diversos por abusos o violencia”, señalan en su comunicado.
Fátima, como psicóloga, ha seguido de cerca las historias de vida de sus pacientes, a las que se les está aplicando “la terapia de la amenaza” promovida por el SAP en los equipos psicosociales de los juzgados, también en instituciones públicas gestionadas por empresas ultraconservadoras. Hacemos un recorrido por la historia y vías de aplicación de este pseudo síndrome.
¿Cuándo y por qué surge el concepto del Síndrome de Alienación Parental?
El Síndrome de Alienación Parental (SAP) vendría a ser una respuesta neomachista al abordaje institucional en la vía penal de la violencia, sobre todo de la pedofilia. Sonia Vaccaro y Consuelo Barea en su libro El pretendido Síndrome de Alienación Parental dice que es un síndrome creado “ad hoc” en litigios por la custodia cuando surge el tema de los abusos sexuales. De hecho, lo inventó un propedófilo, Richard Gardner, que desarrolló toda su teoría para colaborar con el abogado defensor de pederastas.
Gardner tenía mucho interés en medicalizar este tema, por ello hace un razonamiento por analogía con el Síndrome de Down y la neumonía neumocócica, dos enfermedades con unas pruebas objetivas muy claras, al contrario que el SAP. Este interés era para poder aplicar la terapia que él mismo denominó como “terapia de la amenaza”.
Esta terapia coactiva propugna la retirada de custodia en los casos que supone más graves a favor del progenitor supuestamente alienado en la familia, habitualmente el padre. También amenaza de cambio de custodia en el caso de que la supuesta alienadora, la madre normalmente, no colabore activamente en la reanudación de la relación entre la progenie y el padre. En ese caso se prohíbe cualquier comunicación de la madre y el entorno materno con los hijos e hijas.
Actualmente dicha terapia se está aplicando en puntos de encuentro familiares, en centros de apoyo a la familia y en centros de atención a la infancia, que son instituciones sostenidas con fondos públicos, pero gestionadas por empresas privadas y muchas con una ideología ultraconservadora. Por ejemplo, la mayor parte de los puntos de encuentro de España los venía gestionando Aprome, que está presidida por Marisa Sacristán, Legionaria de Cristo.
¿Qué dificultades o problemas encuentran, en general, las mujeres que han sufrido o sufren maltrato por sus parejas o exparejas?
El primer lugar, no se reconoce socialmente que somos machistas todas y todos porque hemos nacido en una sociedad patriarcal. Y cuesta mucho más estando en el proceso de violencia. Hay que añadir que el maltrador es una persona con la que ha habido un proyecto de vida, amor, y donde hay dependencia generada por el maltratador, y se cae fácilmente en el secuestro emocional. Además las criaturas y los medios económicos suponen más causas de bloqueo en la decisión. En el proceso de toma de decisiones muchas quieren acabar sin más y acuden a la vía civil. En esta vía, si tienes hijos e hijas vas a mantener una atadura con el régimen de visitas porque la violencia nunca va a existir.
Otro problema es el trastorno de estrés postraumático de las víctimas, que tal y como se explica en Trauma y recuperación (de Judith Herman) no les permite hacer un relato lineal: tienen lagunas de memoria, o narran los hechos con anestesia emocional, como si no les hubiese ocurrido a ellas. Estas conductas favorecen que se desacredite su testimonio por incoherente en el ámbito judicial, porque desconocen estas secuelas psicológicas de las víctimas.
¿Por qué vías se cuela el SAP?
Por dos vías, la vía civil, donde confías ingenuamente que la justicia, una vez que sepa la situación de riesgo que tienen esas criaturas, establecerá un régimen de visitas que respete los derechos de las criaturas. Pero la primera bofetada es que los fiscales no están presentes porque están sobrecargados, la siguiente es que los abogados tienen poca formación, así que, se dictamina un régimen de visitas estándar que no protege a las criaturas. A partir de este momento, las mujeres intentan denunciar, y se interpreta como una pataleta de la madre para alejar a la progenie de los padres. Y es ahí dónde entra el SAP.
Los informes de los equipos psicosociales son la segunda vía. La formación que tienen estos equipos es muy abundante en materia de SAP y escasa sobre violencia de género o psicología infantil, así que diagnostican sobre lo que saben. Además, se da poca validez a los informes de prestigiosos peritos con más cualificación. Tampoco se da validez a los informes de las psicólogas especializadas de los puntos de violencia. Los Jueces contemplan fundamentalmente el informe de los equipos psicosociales, aunque sea un peritaje de una hora o poco más, tiempo insuficiente para establecer un vínculo de confianza con las criaturas o para abordar lo que han sufrido.
En un caso de abusos sexuales que aparece en el informe de Save The children, la niña fue valorada por una perita del equipo psicosocial con el único objetivo de determinar la credibilidad de su testimonio. La señora no solo afirmó que no era creíble, sino que estaba absolutamente manipulada por la madre, y valoró que se cambiara la custodia para dársela al padre.
Este esquema del SAP cuaja en el ámbito judicial donde también hay una socialización patriarcal: encaja mejor que las mujeres somos mentirosas y manipuladoras que aceptar que hay un porcentaje importante de padres que abusan de sus hijas.
También por economía emocional, el incesto no se quiere ver porque duele muchísimo, pero en el último informe realizado en España por Félix López, se dice que una de cada cuatro niñas y uno de cada siete niños aproximadamente sufre abusos.
La ley integral contra la violencia de género deja fuera muchas violencias machistas, ¿qué pasa con los abusos sexuales a niños y niñas? Aunque se acuda a la vía penal y el juicio de divorcio se lleve en el juzgado de violencia (donde el resultado puede ser menos malo), la realidad es que en muchos casos la orden de protección no incluye a los hijos e hijas. Está extendido que es imprescindible para un niño relacionarse con el padre, sea el padre como sea.
Otro asunto, es la falta de respeto de la opinión de las criaturas. Se les trata como "tarados mentales" pero saben perfectamente con quién se sienten bien y con quién no. En el caso del informe de Amnistía Internacional, la niña víctima de abusos ha tenido que contarlo ni se sabe las veces, y cada vez que se cuenta un trauma te victimiza. Yo creo que esto no es necesario, y me remito al caso de un juez argentino, Carlos Rozanski, que instauró en Argentina la cámara Gesell. Es una sala con un espejo en la pared de doble cara, por un lado están los jueces y los abogados, por el otro, la criatura, y un psicólogo que recibe por medio de un pinganillo lo que ellos necesitan saber para el litigio. Todo lo que se dice se graba en vídeo y se proyecta en tantas instancias judiciales como sea necesario. No entiendo que esto no esté aquí, cuando hemos firmado la Convención de los Derechos de la Infancia.
¡CON MI PADRE NO QUIERO IR! SAP (Síndrome de Alineación Parental)
09/04/2013
Para continuar con el ciclo de artículos dedicados a la separación y divorcio, hoy trataremos un tema muy polémico: el Síndrome de Alienación Parental (SAP).
¿Qué es esto? Cuando una pareja se separa y los hijos, sin causa justificada (y subrayo justificada), rechazan el contacto con uno de los progenitores, quizás que sea debido a que el otro padre hace todo lo posible para perjudicar su imagen ante los hijos.
Por una parte, es habitual que los padres al separarse tengan rencor a su antigua pareja. El deseo de poner a los hilos de su parte y el miedo a que quieran más al otro progenitor, son naturales; pero habría que comprender que para los niños tener que escoger entre sus padres les hace daño. Las disputas por el amor de los hijos, causan un montón de peleas que podríamos evitar con un poco de buena voluntad y sentido común.
Algunas veces, los padres parecen tener una relación estupenda hasta el momento que el otro encuentra una nueva pareja, o cambia su situación económica a mejor. Entonces los celos o la envidia, o la conciencia de que la ruptura es definitiva, rompen la supuesta buena relación y se desencadena la guerra. Otras veces, la venganza es el motivo básico, o la manipulación de los niños puede ser una prolongación de una situación de control que existía antes de la ruptura (como que ya no estás a mi alcance, te haré daño a través de tus hijos).
¿Por qué es tan polémico? Incluso, hay psicólogos que niegan su existencia. La razón es que el SAP se utiliza como un arma de doble filo en casos de maltrato. El caso típico es la mujer que denuncia al hombre por maltrato, argumentando que por eso los niños no quieren verle y el hombre responde diciendo que se trata de un SAP. Sobre el papel, la diferencia es clara: en el caso del maltrato, los hijos no quieren ver al padre porque tienen miedo, porque sienten rabia por el maltrato que han sufrido ellos directamente o que han vivido indirectamente en su madre. Ocurre también que las madres que son alienadoras, acusan a los padres de un maltrato que no ha existido nunca. En la vida real, distinguir unos de los otros puede ser una tarea casi imposible para un observador externo.
Negar que el SAP existe, porque a menudo se utiliza de manera sesgada y manipuladora, sería como decir en medicina que el sarampión no existe, que sólo es real la varicela. Una cosa no tiene nada que ver con la otra, y se necesita ser muy ciego, o sin experiencia, para no darse cuenta que las relaciones humanas son siempre complejas y separar en buenos y malos, es simplificar demasiado la cuestión.
El método de trabajo del alienador es sutil. Hay que tener paciencia y sangre fría para que sea eficaz, por lo tanto, es ideal para los psicópatas (ver artículo). Un ejemplo de su manera de actuar nos dará mejor la idea de lo que quiero decir: Una compañera nos contaba el caso de una mujer alienadora que había conseguido que su hija de diez años odiara a su padre y no quería estar con él de ninguna forma. Una de las cosas que había hecho, era amenazar al padre con llamar a la policía si venía a ver a su hija el día de su noveno aniversario, porque “no le tocaba” y desviar todas las llamadas telefónicas del padre, a su móvil particular. Bien, al mismo tiempo, dijo a la niña que su padre vendría a buscarla para celebrar su cumpleaños. Le compró un vestido nuevo, preparó y peinó a la niña y esperó con ella en la calle al padre que no venía más de una hora. Es de una crueldad siniestra hacer una cosa así, y sin duda, el SAP es una manera de maltrato emocional grave, puesto que priva a los niños de la relación con los dos padres.
Una de las características más polémicas del SAP, es que hay más mujeres alienadoras que hombres. No sé si la razón puede ser simplemente que al tener ellas mayoritariamente las custodias, tienen más posibilidades de manipulación de los horas y días de visita y cosas así. A lo mejor puede ser que las mujeres practican más la violencia psicológica que física. No tiene nada que ver con la violencia de género, ni el machismo, pero está claro que pensar que sólo los hombres pueden ser maltratadores, es una simplificación del mundo bastante peligrosa.
Un interesante artículo, de un diario mejicano, sobre SAP.
Un saludo.
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PADRES QUE USAN A SUS HIJOS PARA DESTRUIRSE
ELIA BALTAZAR / EL SIGLO DE TORREÓN-AEE / MÉXICO, D.F.
Problema. Los hijos no son los únicos que sufren el daño. También los padres que son obligados a alejarse de ellos.
PADRES Y MADRES EN PROCESO DE DIVORCIO UTILIZAN A SUS HIJOS PARA HERIR AL CÓNYUGE SIN CONSIDERAR DAÑOS
A dos menores los llevaron a Estados Unidos sin el conocimiento de su madre. A otro lo hicieron pasar como víctima de abuso sexual de su padre para alejarlo de él. Uno más tuvo que mentir frente a un juez, instruido por su padre… Así opera el llamado síndrome de la alienación parental. Los responsables: padres y madres en proceso de divorcio, que utilizan a sus hijos para herir al cónyuge sin considerar los daños que ocasionan en los niños y la violación de sus derechos.
Su definición como trastorno divide a la comunidad médica y su frecuencia aumenta al ritmo de los divorcios en México, la mayoría resueltos por las malas.
El problema no parece menor si consideramos que en nuestro país, cada año, por cada 100 matrimonios hay 12 parejas que rompen su vínculo de manera legal. De éstas, al menos diez se declararan formalmente la guerra en los tribunales, alentados por abogados "voraces", un sistema de justicia familiar sobrecargado e instituciones como el DIF que ponderan la unión familiar por encima de métodos adecuados de intervención para separaciones no violentas, de acuerdo con los entrevistados.
Rehenes de esta batalla sin cuartel son los hijos, cuya salud emocional -y física en casos extremos- está en riesgo bajo la influencia de padres que los convierten en proyectiles de su venganza, enojo y frustración contra la pareja.
POCO CONOCIDO
Fuera del ámbito médico y de los tribunales familares, poco se sabe en México acerca de la alienación parental. Pero existe y de manera muy frecuente, de acuerdo con los especialistas.
Es tan recurrente que en la Clínica de Atención Integral al Niño Maltratado lo consideran ya como uno más de los métodos de abuso contra los menores y lo definen como un proceso que tiene como propósito romper el vínculo de los hijos con uno de sus padres.
Alienar quiere decir coaccionar psicológicamente a otro con poder, explica María Isabel Aguilera, doctora en psicología clínica y de la personalidad por la Universidad del País Vasco.
Especialista en intervención y terapia familiar, Aguilera afirma que el problema de la alienación es la distorsión que un padre alienador causa en el psiquismo de un menor. "En el proceso de alienación hay mucha dinámica de falseo de la identidad del otro padre, es un proceso completamente destructivo, porque no sólo destruye el vínculo, sino el psiquismo del hijo, a quien obligan a tomar partido psicológico. Se identifica al bueno y al malo y se obliga al menor a que se ubique allí", dice la directora del Centro Psicoterapéutico Mandrágora.
La alienación parental "ocurre en casos de separación o divorcio mal resueltos, cuando el padre o la madre comienzan a hablar mal del otro con el propósito de deteriorar su imagen frente al hijo hasta separarlos definitivamente. Es decir, le lavan el cerebro al niño, lo manipulan a su conveniencia hasta llevarlo a un conflicto de dualidad entre la lealtad hacia uno y la complicidad hacia otro", explica Arturo Loredo Abdalá, director de la Clínica de Atención Integral al Niño Maltratado.
Los casos pueden ser extremos, dice. "De hecho, tuvimos que intervenir en un caso de acusación de abuso sexual en contra de un padre, a quien acusaron de haber cometido este delito durante el encuentro con su hijo en un Centro de Convivencia Familiar Supervisada, lo que simplemente es imposible porque el lugar está lleno de cámaras, no están a solas con los niños y siempre hay al lado un trabajador o trabajadora social".
Por supuesto, el menor tuvo que ser sometido a una serie de evaluaciones, de por sí difíciles, y separado de su padre durante mucho tiempo hasta que se tuviera la absoluta certeza de que no había ocurrido nada.
NO ES PORBLEMA PSIQUIÁTRICO
Propuesto como un síndrome (es decir, como conjunto de síntomas y signos característicos de una enfermedad) por un siquiatra estadunidense de nombre Richard Gardner, la alienación parental aun no está reconocido por las instituciones internacionales de salud mental como un problema psiquiátrico, de allí que en el Instituto Nacional de Psiquiatría (INP) prefieran identificarlo como un fenómeno.
"En terapia familiar se le conoce como triangulación, lo que significa que uno de los padres utiliza al niño o al adolescente como una herramienta para afectar o dañar al otro. Pero este fenómeno sólo es uno de los criterios propuestos por Gardner para definir el síndrome de alienación parental, que describe un grupo de conductas sociales asociadas al divorcio", explica Liz Sosa Mora, psiquiatra especializada en salud mental de los preadolescentes, del INP Juan Ramón de la Fuente.
Si bien la especialista admite que se trata de un fenómeno muy común, "que por supuesto tiene consecuencia en el niño", aclara que aún no alcanza para clasificarlo como un problema de salud mental. "Quizá hagan falta más estudios, más evidencia científica para identificarlo como uno más de los trastornos o desórdenes mentales".
Sosa Mora considera que la alienación parental es un fenómeno psicológico, social y familiar, que involucra a todas las partes y complica la tarea de identificar quién padece el síndrome: "¿La mamá o el papá alienador? ¿El niño que está siendo alienado o manipulado contra el otro? Es difícil definir quién".
La responsable del área de salud mental preadolescente no pretende restar importancia al tema. Al contrario, lo ubica en una dimensión más amplia y complicada, pues puede ocurrir asociado a otros problemas de salud mental, y podría caber dentro de otro espectro de trastornos mentales que sí están descritos en la literatura y existen en las clasificaciones internacionales.
Explica: "Un padre o una madre que necesita psicológicamente utilizar estas estrategias para dañar al otro, por supuesto evidencia un problema emocional, de personalidad o en la resolución de conflictos, dado que no encuentra una mejor manera de expresar su enojo, su ira o su frustración por un divorcio.
"Los trastornos depresivos también son muy frecuentes en la persona que utiliza estos mecanismo para resolver un conflicto. O puede ser cualquier otro diagnóstico de problema psiquiátrico. Pero cuando hablamos de trastornos por supuesto están bien clasificados y pueden estar asociados o manifestarse con esto que Gardner denominó como síntoma de la alienación parental".
Cualquiera que sea la definición de los expertos, sea síndrome o fenómeno, lo cierto es que la alienación parental se escucha cada vez con más frecuencia en los juzgados familiares y hay quienes piden que se incluya en los códigos civiles como causa para el retiro de la custodia.
Raúl Menéndez, de la Asociación de Padres y Madres Divorciados, es uno de ellos, porque él mismo se dice víctima de alienación parental.
"A mí me acusaron de abuso sexual y durante tres años y medio no pude ver a mis hijas porque al llegar al juzgado de antemano consideran culpable a los padres, sin estudios de por medio o asesoría profesional que ayude a un juez a decidir a favor de los menores", afirma.
Frente a esta situación, emprendió una batalla legal que lo ha llevado a convertirse en un experto en derecho familiar, conocer a detalle los casos de alienación familiar y encabezar una de las organizaciones más conocidas en el ámbito de los derechos de padres a quienes les impiden ver a sus hijos.
"No se trata sólo de hombres, aunque al principio fuimos mayoría, pero en el transcurso de los años llegan a nosotros cada vez más mujeres que son separadas de sus hijos bajo argumentos legales falsos", afirma.
"Hemos sumado hasta 100 padres y madres de familia -40 hombres y 60 mujeres-, así como abuelos a quienes se les niega su derecho de ver a los nietos", dice Menéndez.
Menéndez calcula que hay aproximadamente 200 mil niños, hijos de padres divorciados, que están sometidos a la alienación parental, dado el números de divorcios o procesos que actualmente se desahogan en los juzgados de lo familiar.
Mientras los procesos avanzan, dice, en medio de las trampas y recursos de los abogados, muchos padres deben soportar la ausencia de los hijos y el riesgo de que se rompa el vínculo en medio de la batalla legal.
Menéndez emprendió la batalla por reformas legales para garantizar el derechos de los niños de ver a sus padres y familia consanguínea en las mejores condiciones y al margen de los procesos de divorcio.
"Los divorcios son una lucha de poder y pasto de abogados sin ética que manipulan y mienten para su propia conveniencia, y propician la alienación parental. Por desgracia, un dictamen de esta patología no es prueba plena en un proceso", dice.
HIJOS, ÚNICOS CON DAÑOS
Los hijos no son los únicos que sufren el daño. También los padres que son obligados a alejarse de ellos.
Así lo explica Liz Sosa Mora, del Instituto Nacional de Pediatría: "El padre alienado, a quien ya no se le permite ver al hijo o que de un momento a otro pierde su afecto, por supuesto que también tiene consecuencias en su autoestima, en su capacidad de relacionarse con los demás, en la forma como se siente y la angustia que percibe en él todo el tiempo. Perder a los hijo, ya sea física, emocionalmente o por un divorcio, es uno de los problemas más severos para un padre y es factor de riesgo para enfermedades mentales".
Arturo Loredo Abdalá, director de la Clínica de Atención Integral al Niño Maltratado, agrega:
"Los padres y madres que pierden a sus hijos por los casos más severos de la alienación sienten como si éstos hubieran muerto: lloran y se resienten por la pérdida, y siguen amando y recordando al menor a la distancia. Su esperanza es que algún día alguien pueda explicarle a sus hijos las razones de la distancia y que éstos, por voluntad propia, intenten reconstruir la relación con su padre o madre perdido".
Advierte que son pocas las oportunidades para un padre y un hijo víctimas de alienación si los tribunales y especialistas en salud mental y pediatría no intervienen y se involucran en estos casos.
Para los padres, sin embargo, las posibilidades son limitadas. Primero, porque la mayoría de los padres ignora esta patología. Y segundo, porque falta coordinación entre las instituciones y personal capacitado para atender el problema, afirma Raúl Menéndez, de la Asociación de Padres y Madres Separados.
Desafortunadamente, dice Liz Sosa Mora, no hay canales para intervenir en la resolución de conflictos por divorcio, porque en cultura de salud mental estamos muy relegados.
"Cuando los hijos llegan a nosotros es porque realmente están en un momento severo y alguien consideró que eso ya no era normal. Nos llegan cuando ya están deprimidos o expresando ideas de muerte o ya tuvieron un intento suicida o tienen severos problemas de conducta".
El problema, sin embargo, podría ser atendido desde sus inicios, "pues un divorcio afecta a padres y a hijos, y podríamos intervenir desde el momento de la separación. No para tratar enfermedades, sino para prevenir. Pero esos casos no nos llegan", lamenta la psiquiatra.
No obstante, y dado que siguen siendo mucho más los casos de maltrato contra los menores, considera siempre necesario agotar todas las posibilidad para prevenir que las acusaciones contra un padre no resulten ciertas.
"Por supuesto que es un problema severo que un padre manipule al niño para que deje de querer al otro sin tomar en cuenta su propia necesidad de crecer con el otro. Pero uno de los criterios básicos del trastorno que propuso Gardner es que ese otro no sea realmente un maltratador, no sea abusador. Esa es una de las definiciones básicas de la alienación parental: que el maltrato sea un invento del padre alienador, es decir, del que está separando o manipulando al niño en contra del otro".
Pero cuando existe la mínima sospecha que alguno de los padres abusa o maltrata, por supuesto la obligación es favorecer la salud del niño, aunque eso signifique alejarlo de alguno de sus padres, porque no podemos permitir que corra riesgos y sea maltratado.
María Isabel Aguilera, del Centro Psicoterapéutico Mandrágora, coincide en que se trata de un tema difícil de abordar, sobre todo cuando hay acusaciones de violación o abuso contra un padre.
No es verdad. Lo que hacen la mayoría de los jueces es separar a los padres de sus hijos por culpa de madres manipuladoras, victimistas y que aparentan ser cooperadoras. Dejan a los hijos huérfanos en vida. Eso es un delito imperdonable que tendria que estar castigado penalmente. Parece que las madres son buenas por naturaleza y la mayoría obran como mujeres despiadadas porque no asumen que las hayan dejado y utilizan a sus hijos como arma arrojadiza contra sus ex.
Ojala la ley cambie y se les haga justicia!
Señoras pasen página, sino las quieren dejen a sus ex- maridos en paz y a sus hijos a quien hacen daño de por vida y crecen sin la figura paterna a su lado por su culpa. Les tendrían que sacar no solo la custodia sino la patria potestad. No son aptas para ser madres.
No puedo estar mas de acuerdo, no son todos los casos así gracias a Dios pero es una pena que se coma la cabeza a los peques para que vean a su padre como un verdadero ogro, lo digo por experiencia. Mi hija esta viendo y ha visto que todas las milongas k le ha metido su madre son mentiras.