Buenos días
Es posible que esta cuestión ya haya sido expuesta, pero creo que hay aspectos nuevos (o, al menos, así me lo parece a mí), que me llevan a abrir un tema nuevo.
Llevo cerca de 30 años casado, pero la relación con mi mujer últimamente va de mal en peor, con discusiones prácticamente diarias por diferencias de criterio en un montón de temas. Tenemos dos hijos, uno, de 23 años, que ha acabado la carrera y se va a trabajar al extranjero (con lo que será económicamente independiente) y otro está estudiando aún en la Universidad y no es independiente económicamente hablando. Me hago cargo en exclusividad de todos los gastos derivados de los estudios de los dos hijos (matrícula, alquiler de.piso -ambos han estudiado o estudian fuera- y manutención durante el curso académico), además del 50% de los gastos habituales (de la vivienda, comida, etc).. Así lo acordamos de palabra al tener yo un sueldo superior y al disponer de unos ahorros fruto de un trabajo anterior.
Ahora ella me pide que le vaya de casa. De momento, no acepta ninguna otra solución. Le he propuesto convivir y hacer vida separados en el mismo domicilio, al menos probarlo (la casa es suficientemente grande), pero se cierra en banda. La única posibilidad que se plantea es que yo me vaya y me busque la vida. Lamento reducirlo todo al tema económico, pero un alquiler no puedo permitírmelo además de los gastos de mantenimiento de la casa actual y de estudios de los hijos. Desearía resolverlo sin necesidad de acudir al juzgado, pero no sé si será posible.
Muy agradecido de antemano i por su asesoramiento.
De momento no te puede tirar, igual que tampoco tú a ella. Tendrá que solicitarse vía judicial, y dependerá de quién se encargue de cuidar del que todavía no es independiente, si es que es relevante la diferencia, pero en principio igual puede irse uno que otro.
Puedes proponer también que se venda la casa. Si el segundo hijo ya está en la universidad en pocos años es de prever que deberá hacerse, salvo que uno de los dos quiera hipotecarse para comprarle su parte al otro.
Es demasiado genérica de todas maneras la consulta, depende de si hay gananciales o no, de qué ingresos tenga cada uno, de quién se encargue de las tareas domésticas, etc.
Muchas gracias por tu respuesta. Es verdad que la consulta es demasiado genérica. Para más detalles, la casa es de los dos, y nos compartí os las tareas domésticas. Pague yo la hipoteca, pero fue obtenida durante el matrimonio, mientras ella asumía otros gastos, y al final yo amortice el crédito en una época en què mis ingresos era muy superiores a los actuales. Se trata, por tanto, de un bien ganancial.
No tengo ninguna duda de que el hijo aún dependiente, eventualmente, se pondría de parte de mi mujer (ella se ha trabajado bien este tema). La posibilidad de vender la casa, ya se la he planteado, pero ella no quiere de ninguna manera ni hablar del tema. Ellla ni con hipoteca creo que pudiera comprar su parte, y a mí (que tengo unos ahorros y podría hipotecarme por el resto) no me interesa, porque prefiero empezar una nueva vida en otro lugar. Hay la posibilidad de que llegamos a un entente que permita, al menos, la convivencia, pero la confianza entre nosotros se ha roto me temo que definitivamente.
Pues quién haya pagado entonces es irrelevante, al ser los ingresos gananciales.
Tiene pinta de que te tendrás que ir tú (no tienes obligación de momento pero sí si solicita ella el divorcio y la atribución del domicilio), y que habrá que venderla cuando se independice el pequeño.
Los ahorros cuidado que también son gananciales.
Nosotros vivimos en Cataluña. No sé si esto tiene que ver con el tema de gananciales. Tenía entendido que aquí, en Cataluña, los ahorros generados por el sueldo de cada cónyuge pertenecen al cónyuge, pero no lo tengo claro. ¿Es realmente así?
Si estáis casados en cataluña sin capitulaciones sí, allí rige por defecto la separación de bienes.
Había entendido yo no sé de dónde que hablabas de gananciales.
Muchas gracias por la aclaración. A ver si encontramos, mi mujer y yo, una solución a esta situación, que no deja de ser muy desagradable, y más después de 30 años casados, en los que los buenos momentos han sido muchos, la verdad, a pesar de la difícil situación actual.