El empresario muestra su preocupación en torno a la firma de un Convenio Colectivo. En un plazo breve debe de presentar un plan de producción junto con capacidades y aún no se ha firmado el Convenio Colectivo. Dos de los grupos de negociación de la parte social se han precipitado en ofrecer uno pluses en torno a la instauración de un cuarto turno recogido en reglamento. Cosas de las interpretaciones. Personalmente creo que están entrando en juego criterios personales en torno a la promoción del grupo sindical.
Con esto el Convenio que se está negociando desde finales de Enero ha entrado en vía muerta. Las condiciones económicas en este tira y afloja ya me gustaría para mí. Pero nada, la cosa está estancada y el plan sin presentar.
Para la aceptación de los planes productivos las empresa matriz pide las horas que se van a realizar y la capacidad. Hay muchos en la lista esperando que el empresario se presente sin un Convenio firmado y trincarse los pedidos.
La verdad es que no sé muy bien qué decir.
Sólo se me ocurre decirle que se encomiende al Santo. Hablamos de un grupo considerable de personas que se pueden quedar sin empleo mediante las técnicas que existen de reventar empresas de manera paulatina.
Supongo que me diréis que le diga que rece, si sabe.
De todos modos, las cosas se ven de distinta manera según las respectivas posiciones que se tienen en las mesas, lo que pasa, es que en el sector de la automoción (sí, efectivamente, tengo dotes adivinatorias y se que hablas de la automoción) los sindicatos tienen que bajarse un poco del burro, es simplemente una cuestión de pragmatismo, un paso atrás para luego dar otros hacia delante.
De todos modos, esa negociación no está en esa mesa, está en otra (creo que ya lo debes saber), la cuestión seguramente se decide en un buen restaurante mientras se fractura el caparazón de una langosta regada con buen vino blanco.
Poco se puede hacer, salvo procurar no estar en el vivero cuando eligen la langosta o bien, tener la suerte de no ser tú la elegida.
El trabajador-langosta, tiene pinzas, pero estas están inmobilizadas con una especie de goma elástica que las hace totalmente inoperantes y, en esas condiciones, poco puede hacer salvo disimular mirando hacia otro lado, silvando una melodía inconcreta cuando el cocinero con una especie de red de pescar va a buscar su presa para acto seguido introducirla dentro de la perola con agua hirviendo.
Lo malo de esto es que quien debe defenderle (léase sindicatos), es uno de los comensales que, con un babero que tiene dibujada una langosta, espera en la mesa con el cascanueces para dar buena cuenta de la sabrosa langosta.
Queda entonces el abrazar una nueva religión ir a Burguer King para atenuar minimamente la tristeza y mirar como se retiran con sus lamparones de aceite en las camisas, pensando : "esa mancha que llevas no tiene solución, ni con cebralín se te arregla...".
Si, es el último de recurso que queda, es como si te cosen a puñaladas y dices: "si, tu me estás matando, pero tú tampoco te escapas de rositas pues esa camisa que llevas la vas a tener que tirar porqué las manchas de sangre que te estoy dejando no te las quitan ni en la tintorería, jódete".