Dos agentes del Cuerpo Nacional de Policía fueron juzgados ayer por un delito de omisión del deber de perseguir un delito, en este caso referido a no actuar presuntamente en un caso de malos tratos cometido la noche del 2 de julio de 2006 en las inmediaciones de la plaza del Pilar de la capital.
El presunto agresor es el hijo de uno de los dos agentes, que se enfrentan a una pena de inhabilitación que «supone la expulsión del Cuerpo», según indicó el abogado de la defensa, Carlos Parra, quien considera desproporcionada la condena que solicita el Ministerio Público.
Los policías declararon ayer, en el Juzgado de lo Penal número 1 de Ciudad Real, que siguieron a rajatabla el protocolo de malos tratos, que pone en tela de juicio la acusación. Y aseguraron que cuando acudieron al lugar, tras la denuncia de que una joven estaba siendo agredida por su pareja, no sabían que el presunto agresor era el hijo de uno de ellos.
Sin embargo, la víctima, una chica que entonces tenía 21 años, aseveró: «Había otro coche patrulla más cerca, pero estos señores (refiriéndose a los acusados) les dijeron a sus compañeros que se fueran, que ya se encargaban ellos». Después, según su relato de hechos, se prestaron a llevarla en el coche patrulla a Miguelturra donde reside y «me pidieron como favor personal que no le denunciara y que me calmara».
Antes de llevarla a su casa le dieron varias vueltas por el polígono Larache, al parecer para que se tranquilizara, según el testimonio de la joven, quien declaró que llegó a la vivienda familiar casi dos horas después de ocurrir la agresión. «Me decían que me calmara», reiteró la testigo, quien reconoció que cuando se encontraban cerca de una gasolinera de la carretera de Miguelturra llegó otro policía, el inspector jefe y coordinador del servicio esa noche.
Según el relato de la joven, primero se dirigió a los dos agentes y tras intercambiar unas palabras fue hacia donde estaba ella y le preguntó: «¿Es verdad que no quieres denunciar?», y «yo le dije, bueno; no». Ante la insistencia del abogado de los policías, la víctima insistió en que no denunció porque «me sentía cohibida por lo que pudiera pasar. Dije que no quería denunciar por las circunstancias», concretó la joven.
«Quería morirme». «Y cuando ya se encontraba en su casa y los agentes se habían marchado, ¿no pensó en denunciar?», preguntó el letrado de la defensa, a lo que la joven respondió: «En ese momento sólo quería morirme, me sentía humillada». Fue entonces cuando explicó que las lesiones que le produjo su novio le causaron importantes daños en el riñón «y tuve que estar hospitalizada varios días». Aseguró que le dijo al policía, padre de su ex novio, que había sido agredida por él «y además las lesiones se veían».
De este modo, contradecía la versión de los policías. Según su relato de hechos, ellos acudieron a una llamada sobre un caso de malos tratos sin saber quién era el agresor, que resultó ser el hijo de uno de ellos. Cuando llegaron al lugar «ella nos dijo que no había sido agredida y que no tenía nada que denunciar», declaró el policía padre del presunto agresor. «Aunque era mi hijo no pensé en dejar la intervención y actué en conciencia, siguiendo los pasos que tenía que seguir», recalcó en relación al protocolo que hay que hacer ante un caso de malos tratos: llevar a la víctima al hospital si presenta lesiones y denunciar los hechos.
También, a preguntas de su abogado, dijo que la plaza del Pilar «es una zona asignada a nosotros», en relación a por qué estaban de patrulla en ese lugar, también cuestionado. Mantuvo que no vio que la joven tuviera lesiones y que se ofrecieron a llevarla a su casa después de pedir autorización al inspector jefe.
También negó que antes «le dieran varias vueltas por el polígono Larache» y aseguró que tardaron unos 30 minutos, entre atenderla y trasladarla a su domicilio en Miguelturra.
El agente explicó que habló con su madre y que le dijo que no se preocupara, «que estaba conmigo y que la llevaba a casa». En los mismos términos declaró el policía que estaba de patrulla con el padre del presunto agresor. Afirmó que su compañero le explicó a la joven que si la había agredido le tenía que denunciar, pero «ella dijo que no se metiera».
En cuando a si era cierto que, una vez en el domicilio de la joven, le dijo a su madre que iba a detenerla si se ponía nerviosa, declaró que no era verdad.
El juicio quedó visto para sentencia tras pedir la fiscal una pena de inhabilitación que supone la expulsión del Cuerpo y la defensa la libre absolución.