"La resiliencia es una capacidad que se manifiesta:
Frente a la destrucción, mostrando una gran facultad de proteger la propia integridad bajo presión.
Frente a la adversidad, estableciendo una actitud vital positiva pese a circunstancias difíciles."
" La resiliencia, la capacidad para resistir y no venirse abajo, para salir airosamente de los baches, si es posible con más bríos aún, también se aprende. "
Muy buenos los artículos JRV. Llevo 10 años trabajando en el mundo de la infancia, y le puedo decir que es un concepto relativamente nuevo que empiezan a incorporar, incluso los equipos educativos de los centros.
En verdad sería deseable que estuvieran con los padres, pero la mayoría de casos que he visto no vienen, como apunta el primer artículo, de mamás adolescentes ni jóvenes, suelen ser el tercer o cuarto hijo de familias ya muy desestructuradas y que no quieren saber (o saber bien poco) de sus propios hijos cuando el ingreso obedece a transtornos de la conducta que no han podido o querido manejar. En la mayoría de las ocasiones, sobre todos en el ámbito de la protección, se les protege de sus propios progenitores o a estos de sus hijos.
No obstante, ese recurso para madres adolescentes o muy jóvenes (y no tan jóvenes sin apoyo familiar) que consiste en guiarlas en su proceso de criar a un hijo no es nuevo, en realidad se lleva a la práctica desde hace bastantes años, ya sea en formato de escuela para padres, ya sea en residencias públicas de mujeres-madres solteras, etc. Sobre el segundo artículo que expone que a veces no es necesario las dos figuras, paterna y materna, para que un niño se desarrolle emocinalmente estable, estoy totalmente de acuerdo, basta con que exista una figura incondicional en su vida. Pese a ello, si puede tener acceso a ambos progenitores, mejor que mejor!!
Un saludo!.
Pueden ser artículos muy adecuados para menores que viven situaciones no gratificantes, y para los adultos que les propician esas situaciones y para los que pretenden evitarselas.
...
A cualquier edad se puede cambiar
Las habilidades y los factores que potencia la resiliencia se muestran de una manera desigual en los distintos tipos de personalidades, pero se puede trabajar para lograr potenciar los rasgos que conducen a gozar de esta capacidad de superarse. La mayor dificultad a la que nos enfrentamos cuando se busca esa mejora es la convicción de que no se puede cambiar. Nos escudamos en afirmaciones como "es que yo soy así", "cada cual es como es", "a mis años yo ya no puedo cambiar". Éste es el gran error. Más o menos, a cualquier edad se puede cambiar si uno se lo propone.
Nunca es tarde para hacer el correspondiente cambio de las propias actitudes, entrenándose en técnicas de modificación del pensamiento, aprender a interpretar los acontecimientos de otra manera, recuperando la capacidad de reflexionar sobre sí mismo, trabajándose la valoración de la propia personalidad, adquiriendo habilidades sociales como la asertividad, aprendiendo a hablar positivamente... Para todo ello se puede contar con profesionales de la psicología a los que se debe acudir no sólo cuando se padecen crisis emocionales o psicopatologías, sino cuando alguien quiere entrenarse para vivir adecuadamente cada acontecimiento vital.
La resiliencia, la capacidad para resistir y no venirse abajo, para salir airosamente de los baches, si es posible con más bríos aún, también se aprende.
El aprendizaje es posible
La resiliencia la podemos favorecer en nosotros mismos y, en especial, en la educación de las personas sobre las que tenemos influencia, sobre todo si son niños o niñas.
Es cierto que hay condiciones personales que tienen mucho que ver con los factores hereditarios, pero no cabe ninguna duda de que la personalidad se educa. Los hijos no se improvisan. Es un error decir "este niño ha salido en el genio a su padre" o "esta niña tiene el carácter de su abuela" a quien no conoció. Los niños y niñas que viven en condiciones de marginalidad y gozan de las características que les hacen ricos en resiliencia no la "heredaron" genéticamente. La vida, las circunstancias, el entorno les educaron.
Por eso, es importante afirmar que es posible educarse y educar en la resiliencia. Es posible cambiar actitudes en sí mismo y en otras personas.
Hay personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones adversas, se desarrollan psicológicamente sanas, e incluso salen reforzadas. Es lo que se conoce como resiliencia
La psicología y la ingeniería de materiales, aunque pueda parecer extraño, tienen algo en común: el término resiliencia. Esta palabra hace referencia al fenómeno por el que los cuerpos retornan a su forma inicial después de haber sido sometidos a una presión que los deforma.
La creatividad, el sentido del humor y la independencia ayudan a superar contratiempos
El concepto se ha aplicado a la psicología para descubrir por qué niños y niñas que viven en la miseria, o personas que experimentan situaciones límites son capaces, no sólo de superar las dificultades, sino incluso de salir fortalecidas de ellas. Logran resistir, sobrevivir y acceder a una vida productiva para sí y para su sociedad.
La resiliencia es una capacidad que se manifiesta:
Frente a la destrucción, mostrando una gran facultad de proteger la propia integridad bajo presión.
Frente a la adversidad, estableciendo una actitud vital positiva pese a circunstancias difíciles.
Rasgos que potencian la resiliencia de las personas:
La vida diaria está sujeta a acontecimientos duros: la muerte de un ser querido, una enfermedad complicada, experiencias laborales difíciles, problemas serios de relación de pareja, la soledad, el aislamiento social, la competitividad por ocupar un puesto, el desempleo, los problemas económicos... Ante estas situaciones las personas reaccionan de distinta manera según su grado de vulnerabilidad, o dicho de una manera más actual: según su grado de resiliencia.
Hay rasgos que potencian esa habilidad.
La introspección: Faculta a la persona a entrar dentro de sí misma, a observarse, reflexionar y hacerse preguntas. Ayuda a preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta.
La independencia: Ayuda a establecer límites entre uno mismo y los ambientes adversos. Potencia el establecimiento de una distancia emocional y física ante determinadas situaciones, sin llegar a aislarse.
La iniciativa: Capacita para afrontar los problemas y ejercer control sobre ellos.
El humor: Conduce a encontrar el lado cómico en las situaciones adversas.
La creatividad: Lleva a crear orden y belleza a partir del caos y el desorden. En la infancia se expresa en la creación y los juegos que son las vías para disfrazar la soledad, el miedo, la rabia y la desesperanza.
La moralidad: Invita a desear una vida personal satisfactoria, amplia y con riqueza interior. Incluye la conciencia moral, el compromiso con valores y la separación entre lo bueno y lo malo.
La habilidad para establecer lazos íntimos y satisfactorios con otras personas. Capacita a brindarse a otros y aceptarlos en la propia vida.
Factores que favorecen la resiliencia
Apego parental. Los estudios realizados destacan que una relación cálida, nutritiva y de apoyo, aunque no tiene por qué ser omnipresente, con al menos uno de los padres, protege o mitiga los efectos nocivos de vivir en un medio adverso. Es decir, se precisa una relación emocional estable con al menos uno de los padres, o bien alguna otra persona significativa.
Desarrollo de intereses y vínculos afectivos externos. Las personas significativas fuera de la familia favorecen la manifestación de comportamientos resilientes cuando, por ejemplo, en la propia familia se viven circunstancias adversas. Se trata de que haya algún tipo de apoyo social desde fuera del grupo familiar.
Clima educacional sincero y capaz de establecer límites claros en la conducta.
Modelos sociales que motiven poder enfrentarse de manera constructiva a las adversidades.
Vivir experiencias de autoeficacia, autoconfianza y contar con una autoimagen positiva.
Tener posibilidad de responder de manera activa a situaciones o factores estresantes.
Asignar significados subjetivos y positivos al estrés, describiendo a las crisis como la oportunidad de ofrecer respuesta a las circunstancias adversas.
...
¿cómo surge el término resiliencia referido a los niños?
gustín Bueno
´Se abusa de los pisos de acogida para niños´
01:05 VOTE ESTA NOTICIA
Agustín Bueno con su último libro. isabel ramón
A punto de jubilarse, este psicólogo para menores en riesgo de exclusión social demuestra que esos niños salen a flote echando mano de la resiliencia
VICTORIA BUENO ALICANTE ¿Cómo surge el término resiliencia referido a los niños?
Se debe a dos psicólogas en los años 30 en Hawai. Con niños abandonados en poblados comprobaron que hay casos que remontan muy bien y otros que acaban en la cárcel o en centros psiquiátricos, siendo historias parecidas o incluso de hermanos. Analizando los factores que facilitaban salir a flote o hundirse, acuñaron el término de resiliencia, que en realidad se toma de la física porque es la capacidad de un cuerpo sometido a presión de recuperar sus formas y propiedades, e incluso de mejorarlas. En psicología es la capacidad de personas que tras traumatismos o situaciones caóticas son capaces de superarse y afrontar la vida en mejores condiciones.
¿Para tener esa capacidad se tiene que haber sido muy desgraciado de pequeñito?
No necesariamente. Hay personas con capacidad de superar y afrontar retos futuros porque parten de la seguridad básica que aportan las figuras de apego, los adultos de referencia, biológicos o no, que dan al niño el afecto. Pero no es fácil saber querer en situaciones tan extremas. De ahí parte la comprobación de que los vínculos afectivos se pueden recuperar siempre con un padre adoptivo o un educador que da seguridad. El vínculo no puede ser dubitativo ni condicionado: 'si eres bueno te quiero'. El cariño no está en discusión. Esa seguridad del adulto al niño les permite tener autoestima y que se digan "yo valgo, puedo y lo voy a superar", es el Yes we can americano.
¿Hacia dónde se va?
Se está abusando del acogimiento en pisos de acogida cuando lo normal es que menores de seis años no tuvieran que ir porque hay recursos de tipo familiar para no apartarlos tanto. A partir de esa edad un niño con problemas de conducta es más difícil de encajar. Nosotros teníamos críos que entraban con 5 años y salían con 17 pero ahora hay más recursos y los casos se resuelven por la educación familiar.
¿Cuál es la causa del desarraigo de estos menores?
El problema son lo padres. ¿Por qué vamos a meter a un niño en un centro? Vamos a trabajar con los padres con programas como el perinatal, que van a la causa. El niño que es un trasto o violento es víctima del desapego, muchos críos son agresivos sólo para hacerse notar porque piensan que mientras le riñen están pendientes de él. Quieren que se ocupen de él y lo consiguen con trastadas. Yo incluso haría más si estuviera en su misma situación.
¿Cómo detectar que un menor está en riesgo social?
Se interviene desde el alumbramiento en los hospitales, o en el primer año de vida con entrevistas a la madre que va a pedir las vacunas. Se ve que ese niño tiene un futuro de abandono por negligencia, dejadez, o mala alimentación, pero no hay un delito, son madres casi adolescentes de 16 y 18 años.
¿Qué profesional hace falta?
De Enfermería o trabajadores sociales de los centros de salud, con su olfato. Se ofrece un acompañamiento o tutoría a la madre, se le hace ver su debilidad y que le podemos ayudar hasta que deje al niño en la guardería. Le acompañamos al pediatra, le asesoramos en alimentación, higiene, ocio, o la forma de reñir: es prevención a tope.
¿La Universidad enseña eso?
Me duele la competitividad actual en carreras sociales. Yo lo hacía porque merecía la pena, no por currículum. Si un profesional lleva 8 casos y la mitad no llegan a entrar en un centro, económicamente está más que compensado, aunque ese fruto no se ve hasta 10 años vista. Solo con que no acaben en una institución y la madre siga con ellos es un éxito.