Pues estoy de acuerdo con vosotros Esperanza y Ferro. En mi caso me toca ser la visitante y además "la mala". Sin embargo, mi hijo me contó un problema con un compañero del colegio que llevaba tiempo callándose, y cuando le pregunté el porqué no había dicho nada a su profesora y a su padre tras hacerme la confesión, me contestó "mamá es que tu resuelves mejor estos problemas". Ferro en mi caso la perito metió la pata hasta el fondo, porque mira que decir mi hijo "quiero ver a mi madre un fin de semana de cada dos" y quedarse tan ancha...
Sí, Raquel1, lo del cerrojo en la puerta lo hablamos con nuestro abogado, pero éste nos dijo que no había mucho que pudiéramos hacer, porque ella con negarlo y quitarlo antes de que nadie pudiera ir a revisar a la casa si lo que el niño dice es cierto (si es que alguien se iba a tomar la molestia, claro), tenía solucionado el problema. Vamos, que no hay nada que hacer. Ya la denunciamos porque el padre llamaba por teléfono y no le dejaba hablar con el niño (al principio, conseguía hablar con su hijo una vez a la semana; después empezó a decirle al niño que le dijera a su padre que tenía una "cosita" que hacer, o se sentaba a su lado para que el niño no se sintiera cómoda, y el crío te contestaba con monosílabos, por la presencia de su madre, o, sabiendo que su padre le contaba cuentos por teléfono (a petición del niño, le contaba historias con los dos de protagonistas) su madre iba y le ponía una película o una cassette de esas de cuentacuentos, para distraer al crío... Como no lo conseguía, y él y el niño llegaban muchas veces a estar hablando una hora entera, optó por desenchufar el teléfono (o bajar el volumen, para que el niño no lo oyera) de tal modo que al padre, al llamar, le sonaba el teléfono como si no hubiera nadie en casa, llamara cuando llamara. O le decía directamente al niño que no lo cogiera, que "es un vecino pesado". O "no lo cojas, que el teléfono está estropeado". Así se juntaron varias facturas de teléfono con cientos y cientos de llamadas sin respuesta, siempre saltando el contestador del teléfono de la madre. Con ésto fue el padre del niño al juzgado y la denunció, y el defensor del menor le echó una buena bronca. Ella mintió, diciendo que es que tenía el teléfono estropeado (¿estropeado durante un año y sin arreglalo? Admitió que podía hablar por teléfono con sus amigos, pero con el padre, extrañamente, no). Mintió también al decir que el padre nunca le había pedido un número de teléfono en el que contactar con el niño (hasta el abogado se lo había solicitado al abogado de ella). Al final, no la condenaron a nada, ella, a pesar de reconocer que tenía móvil y el juez pedirle que se lo facilitara al padre, y estar reconocido en la sentencia el derecho a padre e hijo a comunicarse, el niño sigue sin poder comunicarse con su padre. Con esto quiero decir, ¿qué vamos a solucionar con denunciar que la madre tiene un cerrojo en la puerta de la habitación del niño? Seguro que dice que es para encerrar al gato (que no tiene) y el juez dice "vale". Es desesperante. Por eso hablo del cambio de custodia, no por capricho nuestro (pues, egoístamente, más tranquilos vivimos nosotros dos sólos que con un niño) sino por el bien, la felicidad y el bienestar del niño (además de nuestra tranquilidad al saber que está bien).