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Dirige la Cátedra Santander de Derecho y Menores
Isabel Lázaro: "140.000 niños españoles sufren violencia en sus hogares"
La profesora Isabel Lázaro González dirige la Cátedra Santander de Derecho y Menores de la Universidad Pontificia Comillas, que cuenta con el respaldo de Banco Santander a través de la División Global Santander Universidades.De la mano de Isabel Lázaro conocemos como es la situación actual de la infancia y la adolescencia en España.
14 de diciembre de 2011
P. ¿Podría hacernos una breve radiografía de la situación actual de la infancia y la adolescencia en España?
I.L. Según la Encuesta de Infancia en España 2008, predominan en nuestro país los hogares unidos, la sociabilidad intensa y sólo un 10-20% de niños en riesgo social. Podemos caracterizar la infancia según los resultados de la encuesta como lectora, deportista, religiosa, participativa y solidaria. En los hogares se detecta una alta presencia de los padres, aunque un 17% de los niños no está acompañado de sus padres por la tarde, un 20% no cena con su padre y un 3% ni con su padre ni con su madre, lo que significa que más de 70.000 niños entre seis y catorce años suelen cenar sin sus padres en casa.
Aunque estadísticamente menos relevantes, los niños de clase baja corren un importante riesgo social por la vulnerabilidad, precariedad y aislamiento que sufren.
Más de 920.000 niños dicen sentir soledad en su hogar, alrededor de 140.000 sufren la violencia porque les pega con frecuencia alguno de sus padres y unos 114.000 niños entre 6 y 14 años admiten que les pegan mucho en la escuela. Casi 350.000 chicos y chicas entre 12 y 14 años usan Internet cada día y 88.000 más de dos horas diarias
En fin, aunque la situación de la infancia en España sea suficientemente satisfactoria en su conjunto, hay niños que sufren, viven situaciones de riesgo, desprotección o exclusión y son éstos precisamente los que interesan a la Cátedra.
P. ¿Cómo estamos respecto a Europa?
I.L. España sigue siendo un país mediterráneo en lo que se refiere a la familia y las redes de solidaridad que ésta teje en torno a los niños, pero el modelo mediterráneo poco a poco va siendo desplazado, sobre todo en las ciudades donde la familia nuclear o las familias monoparentales tienen como consecuencia el aislamiento y la soledad de los menores. Fenómenos como el de los llamados “niños de la llave”, que aguardan a sus padres durante horas en la soledad de la casa hasta que éstos regresan por la noche, son cada vez más frecuentes.
Al hilo de esta reflexión no puedo dejar de acordarme del proverbio africano que repite José Antonio Marina: para educar a un niño hace falta la tribu entera. En la medida en que evolucionemos hacia una sociedad “menos mediterránea” el riesgo social para los niños será mayor.
P. ¿Cómo se puede proteger y defender mejor a nuestros niños ante una situación de desamparo o vulneración de sus derechos?
I.L. Desde luego la mejor protección es primero la prevención y después la atención al riesgo para evitar la situación de desamparo. Y la prevención y el riesgo deben atenderse contemplando al niño en la familia. El apoyo a las familias para el desempeño de sus funciones es esencial. También es esencial la capacidad de dar respuesta a las situaciones de desprotección en el menor tiempo posible.
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P. ¿Cuáles son los mecanismos para mejorar la defensa social de estos menores? ¿Qué aportará la nueva Ley de Protección del Menor?
I.L. La actual Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor establece un marco de protección que parece, en términos generales bastante adecuado. La reforma de esta ley permitirá o debería permitir, la potenciación del acogimiento familiar.
Es preciso abundar, no obstante, en el reconocimiento de los derechos de la Convención de Derechos del Niño. No basta un reconocimiento de carácter general, es necesario implementarlos en el día a día, en los contextos en los que se desarrolla la vida de los niños.
P. En España viven más de ocho millones de niños y según UNICEF están presentes en la publicidad, en los discursos y en los espacios de ocio, pero totalmente ausentes en los programas electorales, los presupuestos, los planes de acción… Siendo uno de los colectivos más vulnerables, ¿Por qué sucede esto?
I.L. Creo que la respuesta es bastante clara y contundente: los niños no votan. A los políticos les interesan los sujetos de la política y los niños desde ese punto de vista carecen de valor. La publicidad los utiliza porque sabe que el niño es prescriptor de lo que adquieren los adultos. Dicho en términos coloquiales: un papá puede comprar el coche que le gusta a su niño pero no vota al partido que quiere su hijo (en el caso de que el hijo opinara).
P. La exposición de los niños en España a la pobreza ha crecido más desde 2009 que la del total de la población, pasando del 23,3% en 2009 al 26,5% en 2011, según el INE. Es un dato alarmante ¿no?
I.L. La crisis ha incrementado los índices de pobreza y ha aumentado las diferencias sociales. Los niños son más vulnerables a la crisis que los adultos. La pobreza infantil ha aumentado seriamente en nuestro país y con ella la exclusión social. Realmente el dato es preocupante y además de alarmarnos debería ser un acicate para priorizar a los niños a la hora de paliar los efectos de esta situación y de buscar soluciones.
P. Dicen que las nuevas generaciones están cada vez más escasas de valores y padecen un serio problema de inmadurez y sitúan como parte importante del problema a la falta de tiempo de los padres y al flaco favor que hacen las nuevas tecnologías como Internet y las redes sociales. ¿Qué opina al respecto?
I.L. Creo que en las nuevas generaciones seguimos encontrando valores positivos que pueden hacer de éste un mundo mejor. Aunque tengo una visión positiva de la mayoría de los niños y adolescentes, creo que sería importante para ellos tener más a menudo ocasión de conversar con sus padres y contrastar con ellos sus opiniones y valores. Para que esto pueda ser realidad tenemos que avanzar en el terreno de la conciliación laboral y familiar, pero en una dirección distinta de la que estamos siguiendo hasta ahora. Conciliamos para que los niños puedan estar en el colegio desde las 7 de la mañana y ocupados en actividades extraescolares hasta la hora de cenar. Esto permite a los padres trabajar más horas. La conciliación debe permitir la convivencia de padres e hijos, no está destinada a tranquilizar a los padres porque el hijo no está solo todas las horas en que ellos están ausentes de casa.
P. Al hilo de este tema, ¿Cómo podemos proteger a los menores en internet?
I.L. Existen mecanismos que limitan el acceso a ciertas páginas pero, sinceramente, creo que la protección fundamental está en la educación. Hasta ciertas edades los niños no deben estar solos en una habitación propia viajando por internet. El ordenador debe estar en una zona común de la casa y el tiempo de utilización debe estar sujeto a límites. Es importante hablar mucho con los hijos sobre las posibilidades y los riesgos de las nuevas tecnologías. A mi hija pequeña siempre le decía que yo entendía muy bien la tentación de Internet porque cuando estaba buscando cualquier cosa si no me establecía mis propios límites se me iba el tiempo y no hacía otras cosas.
P. Según José Antonio Marina, catedrático de filosofía y escritor, hemos protegido tanto a los niños y les hemos dado una educación tan permisiva que ahora tenemos jóvenes absolutamente vulnerables ante las frustraciones. ¿En qué se han equivocado las últimas generaciones de padres?
I.L. Ser padre no resulta siempre fácil y a veces resulta muy difícil. Creo, no obstante, que Jose Antonio Marina tiene razón al señalar esta vulnerabilidad de los chicos. Quizá los padres no hemos comprendido bien que no podemos dar todo a nuestros hijos, que poner límites y aceptarlos forma parte del aprendizaje de la persona.
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P. En cuanto a la responsabilidad penal de los menores, ¿Estamos asistiendo a un fallo claro del principio que determina la responsabilidad penal por la edad? ¿Existen visos de cambio en este tema?
I.L. El tema de la responsabilidad penal de los menores se encuentra tan mediatizado que no resulta sencillo transmitir ni la función de la sanción penal, ni las alternativas de respuesta social a ciertas conductas, ni la adecuada evaluación de la edad o las edades a tomar en cuenta. Creo que es necesario sacar de la prensa amarilla casos tan dolorosos como los que han sido objeto de primeras páginas en los últimos años y llevar a cabo una tarea educadora de la opinión pública.
P. ¿Cómo se explica que en España a los 12 años se es mayor para ser consultado en cuestiones de custodia o adopción, a los 13 una niña puede decidir si mantiene relaciones sexuales con un adulto, a los 14 se puede casar con autorización judicial y se puede emancipar, a los 16 se puede firmar un contrato laboral y una niña puede decidir si aborta, a los 17 un menor se puede alistar en el Ejército pero hasta los 18 no puede pedir una cerveza? ¿No es una grave incoherencia?
I.L. No hay un tratamiento de conjunto de la edad en el Derecho. Las distintas edades se han establecido sin guardar coherencia unas con otras, en momentos distintos, atendiendo a problemas diversos y sin una base científica que justifique las capacidades y responsabilidades que en cada momento se puede presumir que tiene el sujeto. Estamos realizando un estudio para el Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid sobre las edades en el que hemos participados juristas y psicólogos y los resultados nos están sorprendiendo.
P. Otro problema que afecta a nuestros menores en los últimos años -y parece que crece- son los malos tratos entre escolares ¿Cuándo la violencia en el colegio se convierte en acoso escolar o bullying?
I.L. Aunque hay acuerdo en que la reiteración de las conductas agresivas es lo que permite hablar de acoso escolar o bullying, no está claro cuántas veces debe repetirse una conducta para que sea posible esta calificación. Desde el punto de vista del Derecho corresponde al juez determinarlo. Desde el punto de vista de la intervención, el primer acto de agresión que se conozca debe recibir una respuesta. En la escuela, tolerancia cero a la violencia.
P. Recientemente, la psicóloga experta en acoso escolar Araceli Oñate afirmaba que “Los adultos estamos fracasando en nuestro deber de ayudar a nuestros niños a interiorizar la norma social” ¿Qué opina?
I.L. La escuela y la vida en ella merecerían una atención y un mimo por parte de la sociedad que evidentemente no disfrutan. El conflicto que actualmente estamos viviendo no es más que la punta del iceberg. Queremos que los profesores sean grandes pedagogos, expertos en sus respectivas materias (y a veces en otras también), buenos investigadores y maestros de vida social para los niños y adolescentes, todo esto en unas condiciones de sobrecarga de horas de clase y de número de alumnos. Estamos pidiendo un imposible.
Por otra parte, en lo que se refiere a la violencia escolar, es preciso sentar las bases de una convivencia adecuada para que la escuela cumpla con su función. Allí donde se han generado estas bases de participación de todos los colectivos que conforman la escuela, los problemas se han reducido o han desaparecido.
P. Hizo un estudio sobre la situación de los niños extranjeros no acompañados en España. ¿Cómo es el perfil de estos niños y en qué estado están actualmente?
I.L. Actualmente tenemos algo más de 5.000 menores extranjeros no acompañados entre los que predominan los africanos, magrebíes y subsaharianos, varones, adolescentes. Proceden de familias de clase media baja que han utilizado sus recursos en la migración de los hijos, que son los que tienen futuro. Aunque este es el perfil, el grupo es más variado de lo que según la estadística sería mayoritario. Dentro del colectivo y sin que se conozcan bien las dimensiones de este fenómeno, parece que hay un cierto número de niñas víctimas de trata, niñas invisibles, que deben preocuparnos mucho.
En la actualidad la normativa sobre menores extranjeros ha sido reformada y mejorada, aunque todavía hay aspectos que podrían corregirse. Pero el principal problema que tenemos es el de su aplicación, porque desde las administraciones públicas no se han respetado los derechos de estos chicos, hasta el punto de que puede hablarse en algunos casos de maltrato institucional por sus tutores (la entidad pública competente de la Comunidad Autónoma).
Esperamos que bajo las pautas marcadas por el Comité de los Derechos del Niño y del Defensor del Pueblo se generen buenas prácticas en la aplicación de la Ley de Extranjería de 2009 y su actual Reglamento.